Crónica de cómo este humilde dragón bípedo y sin escamas gozó del Día del Libro en Barcelona:
Tras un arduo viaje en las entrañas de la bestia del subsuelo conocida como Renfe-Rodalíes llegué por fin a la Ciudad Condal, conocida también con el nombre de Barcelona.
Barcelona, desde Portal de l'Àngel |
Los pasos me condujeron desde el subsuelo hacia los pies del Arco del Triunfo. Hacía sol, y el olor a rosas y papel impregnaba el ambiente. Iba a ser un gran día.
Obligada era la primera parada: en Passeig Sant Joan a saludar a los sanguinarios caballeros Víctor y Gonzalo; el primero veterano de un lustro, el segundo amateur en el arte de las firmas.
Los caballeros y su criatura enfrentándose a la cadena televisiva TV3 |
Tras un intercambio de palabras con los ilustres caballeros (o dragones), proseguí con mi periplo, y como no podía ser de otra forma peregriné hasta el templo: Gigamesh. Los sacerdotes hablan del paso de más de 2500 peregrinos por la zona; doy fe de que así ha sido (no había quien andara XD)
Los libros que cayeron este año |
Allí me hice con los obligados presentes en un día como hoy. Libros. Luego dirigí mis pasos hacia el corazón de la antigua ciudad.
Es costumbre para los que habitamos estas tierras aprovechar el día del patrón (que, dicho sea de paso, me cae como una patada por tratarse de un dragonicida) para visitar nuestras instituciones: El Ajuntament, antiguo Consell de Cent, y el Palau de la Generalitat.
Sala del Consell de Cent de Barcelona |
Yo no iba a ser menos, así que me perdí por varias horas entre las paredes de estos edificios, que tantos momentos han presenciado y sufrido. Unos actores amenizaban la visita, caracterizados como los personajes de antaño, haciendo al visitante más cercanas las explicaciones.
La visita me llevó tiempo, de modo que en cuanto terminé la ruta hice una pequeña pausa para saciar mi hambre. Si por mí hubiera sido, me habría comido a una doncella virgen, pero ante la dificultad para hallarla, tuve que conformarme con algo más modesto. Tras esto, seguí mi camino por las calles del casco antiguo.
Barcelona, desde la Plaça de la Catedral |
Me habría quedado más horas gozando de la ciudad y los libros, pero la lluvia de última hora puso fin precipitado a mi visita, obligándome a huir de vuelta a mi hogar por miedo a que el agua malograra mis preciados libros.
Y de este modo acabó para mí el Sant Jordi de 2016, perfecto a pesar del chaparrón de última hora. Espero y deseo pues que el del año próximo sea igual o mejor.
¡Nos leemos! ^^
Gracias por la crónica! Me encantaría pasar un Sant Jordi en Barcelona, tiene que ser super emocionante.
ResponderEliminarNos leemos! ^^
Lo es. Y agobiante también XD
EliminarEl año que vengas, porque no dudo que lo harás, me avisas y te hago un tour ^^
Un placer poder verte en un día tan especial, Alister :)
ResponderEliminarLo mismo digo, caballero ^^
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