Uno de los campos de estudio que más fascinó a los escritores de siglos pasados fue la psicología. El estudio de la mente humana servía a los juntaletras para perfilar y definir con mayor realismo a los personajes de sus historias.
Y es que, cuando construimos un personaje, en realidad estamos creando a una persona artificial, física y mentalmente. De modo que conocer cómo funciona a grandes rasgos la psique resulta imprescindible para poder caracterizar a nuestros pequeños como es debido.
A fin de hacer esto un poco más sencillo, empezaremos por la construcción básica de las tres dimensiones mentales de nuestros personajes.
Un poco de teoría...
La teoría de los tres estadios o niveles de la personalidad fue desarrollada por Sigmund Freud, un señor que (a parte de especular sobre una absurda e injustificada envidia de pene por parte de la mujer) definió que la personalidad humana se sustentaba en tres entidades.
Ego: Es el estadio más primario, también conocido como cerebro reptiliano, encargado de gestionar las pulsiones primitivas de deseo y de muerte.
Yo: La parte racional, que equilibra los deseos del Ego y las imposiciones del Superyo. Es la personalidad visible de la persona.
Superyo: El juez de lo que es apropiado y lo que es inapropiado. Se compone de valores morales y constructos sociales que condicionan el comportamiento.
Ejemplos de la teoría
Para que esto quede un poco más claro, vamos a descomponer un par de personajes por todos conocidos en estos tres estadios de la personalidad, para que veáis como se ensamblan y dan lugar al tres por uno del título.
Ego: La codicia y el odio, el deseo de poseer el Anillo.
Yo: Un hobbit amable y relajado que ama a su tío y las fiestas con sus amigos.
Superyo: La obligación de cargar con el Anillo y cumplir con la misión de destruirlo.
Ego: Sadismo y sed de poder / Lujuria incestuosa.
Yo: Una mujer inteligente y calculadora que sabe de lo que es capaz y lo aprovecha.
Superyo: Agradar y servir, ser reina, ser hermosa.
En ambos casos, como podéis ver, los personajes son un cómputo de todos estos rasgos que se mezclan en una proporción un otra, pues no siempre los tres estadios están equilibrados dentro de una misma persona (lo que puede llevar a severos desequilibrios).
Si tomamos el ejemplo de Cersei, vemos que en su carácter priman sobre el Superyo (las normas sociales que se le imponen) un Yo fuerte condicionado por los deseos y necesidades de su Ego.
En cambio, en Frodo Bolsón, si bien el Ego lucha por imponerse, en última instancia es el Yo compasivo y amable el que predomina en el carácter del hobbit.
Aplicando la teoría
Cuando construimos un personaje, lo que en realidad solemos crear es su Yo: cómo es y cómo se ve a ojos de los demás personajes y del mundo en el que habita.
Sin embargo, un personaje que simplemente se componga de esta parte de la personalidad, resultará vacío en situaciones extremas (el instinto lo controla el Ego) y tampoco sabrá comportarse ante las construcciones sociales (regidas por el Superyo).
Es necesario dotarlo de otros dos estadios de la personalidad para otorgarle realismo y estabilidad, así como definir en qué proporción estos influyen en el comportamiento de dicho personaje.
Lo más sencillo es empezar definiendo el Superyo. En parte, porque se compone de normas morales y creencias que ya habremos diseñado en el proceso de construcción de mundos. Así que tenemos hecha la mitad del camino.
A continuación, es momento de definir el Yo, a través del cual conoceremos al Ego. Una buena forma de hacerlo es rellenando una ficha de personaje para conocer al detalle a nuestro personaje.
Por último, toca definir el Ego: los deseos más oscuros de nuestro personaje, sus anhelos secretos y sus ambiciones, que a menudo son la versión retorcida o exagerada de las metas planteadas por el Yo.
Llega la hora de mezclar
Una vez definidos los tres estadios, debemos decidir con qué frecuencia se impondrá el uno sobre el otro dependiendo del tipo de personaje que queremos conseguir.
A fin de aclarar un poco los tipos de personajes, permitidme que os deje por aquí una tabla (cutre) con algunos personajes reconocidos por todos en los que se impone uno u otro rasgo de la personalidad.
Como veis, el rasgo dominante da lugar a personajes que se rigen por las leyes, el deseo irracional o sus propios objetivos, sean estos benignos o malvados.
Los personajes del Superyo son férreos defensores de las leyes y consideran que su cumplimiento está por encima de todo, incluido el deseo personal. Serían el equivalente a los personajes Legales del alineamiento clásico.
Los personajes del Yo están dominados por sus intereses personales (que no por sus deseos) y están dispuestos a saltarse la ley en ocasiones si así salen beneficiados de algún modo. Por ejemplo Voldemort, si bien ansía el poder, en ningún momento se plantea romper con el orden establecido en el Mundo Mágico.
Los personajes del Ego en cambio no tienen ningún problema con destruir cualquier orden imperante para hacer prevalecer su voluntad. Se mueven no solo por deseos personales, sino pasionales. Equivaldrían a los Caóticos.
Experimentando
Hasta ahora hemos hablado de mezclas puras. Sin embargo, es posible hallar personajes cuya personalidad está regida por la co-dominancia entre dos de los estadios de la personalidad.
Como antes, os dejo una tabla (cutre también) para que podáis verlo mejor ejemplificado con personajes:
En estos casos, vemos personalidades que ensamblan dos de los aspectos de la personalidad como dominantes, dando lugar a complejas combinaciones.
Los Superyo-Ego son devotos de las normas que les permiten consolidar sus deseos. En este caso tenemos a la Matrona Malicia, matriarca de los drown de Mezoberranzan y fiel servidora de la diosa Loth (así como de mantener su poderío a costa de todo).
Los Yo-Ego son personajes que hacen de sus pulsiones de muerte o pasión un modus vivendi. No hay cuestiones morales. Arya Stark sabe lo que quiere y no reprime sus instintos violentos si con ello se acerca a su objetivo.
Por último, los Superyo-Yo, hacen del cumplimiento de la ley su forma de actuar. La mayor exponente de este comportamiento es Dolores Umbridge, que sin perder de vista sus objetivos personales, convierte la legalidad en arma.
Con todos estos consejos, estáis preparados (y perfectamente informados) para poder construir personajes tridimensionales que sean a la par que complejos, creíbles y humanos.
Tal vez parezca complicado en un principio, pero os aseguro que es un sistema para crear personajes muy intuitivo y que a la larga aplicas sin darte cuenta. En mi caso, lo he aplicado a casi todos los personajes de mis novelas.
¿A vosotros qué os parece? ¿Aplicaríais los Yo de Freud a vuestros personajes?
¡Nos leemos! ^^
El Yo es la punta del iceberg |
Sin embargo, un personaje que simplemente se componga de esta parte de la personalidad, resultará vacío en situaciones extremas (el instinto lo controla el Ego) y tampoco sabrá comportarse ante las construcciones sociales (regidas por el Superyo).
Es necesario dotarlo de otros dos estadios de la personalidad para otorgarle realismo y estabilidad, así como definir en qué proporción estos influyen en el comportamiento de dicho personaje.
Lo más sencillo es empezar definiendo el Superyo. En parte, porque se compone de normas morales y creencias que ya habremos diseñado en el proceso de construcción de mundos. Así que tenemos hecha la mitad del camino.
A continuación, es momento de definir el Yo, a través del cual conoceremos al Ego. Una buena forma de hacerlo es rellenando una ficha de personaje para conocer al detalle a nuestro personaje.
Por último, toca definir el Ego: los deseos más oscuros de nuestro personaje, sus anhelos secretos y sus ambiciones, que a menudo son la versión retorcida o exagerada de las metas planteadas por el Yo.
Llega la hora de mezclar
Una vez definidos los tres estadios, debemos decidir con qué frecuencia se impondrá el uno sobre el otro dependiendo del tipo de personaje que queremos conseguir.
A fin de aclarar un poco los tipos de personajes, permitidme que os deje por aquí una tabla (cutre) con algunos personajes reconocidos por todos en los que se impone uno u otro rasgo de la personalidad.
Villanos y héroes con rasgos dominantes de los tres tipos |
Como veis, el rasgo dominante da lugar a personajes que se rigen por las leyes, el deseo irracional o sus propios objetivos, sean estos benignos o malvados.
Los personajes del Superyo son férreos defensores de las leyes y consideran que su cumplimiento está por encima de todo, incluido el deseo personal. Serían el equivalente a los personajes Legales del alineamiento clásico.
Los personajes del Yo están dominados por sus intereses personales (que no por sus deseos) y están dispuestos a saltarse la ley en ocasiones si así salen beneficiados de algún modo. Por ejemplo Voldemort, si bien ansía el poder, en ningún momento se plantea romper con el orden establecido en el Mundo Mágico.
Los personajes del Ego en cambio no tienen ningún problema con destruir cualquier orden imperante para hacer prevalecer su voluntad. Se mueven no solo por deseos personales, sino pasionales. Equivaldrían a los Caóticos.
Experimentando
Hasta ahora hemos hablado de mezclas puras. Sin embargo, es posible hallar personajes cuya personalidad está regida por la co-dominancia entre dos de los estadios de la personalidad.
Como antes, os dejo una tabla (cutre también) para que podáis verlo mejor ejemplificado con personajes:
Personajes con co-dominación entre estadios |
En estos casos, vemos personalidades que ensamblan dos de los aspectos de la personalidad como dominantes, dando lugar a complejas combinaciones.
Los Superyo-Ego son devotos de las normas que les permiten consolidar sus deseos. En este caso tenemos a la Matrona Malicia, matriarca de los drown de Mezoberranzan y fiel servidora de la diosa Loth (así como de mantener su poderío a costa de todo).
Los Yo-Ego son personajes que hacen de sus pulsiones de muerte o pasión un modus vivendi. No hay cuestiones morales. Arya Stark sabe lo que quiere y no reprime sus instintos violentos si con ello se acerca a su objetivo.
Por último, los Superyo-Yo, hacen del cumplimiento de la ley su forma de actuar. La mayor exponente de este comportamiento es Dolores Umbridge, que sin perder de vista sus objetivos personales, convierte la legalidad en arma.
Con todos estos consejos, estáis preparados (y perfectamente informados) para poder construir personajes tridimensionales que sean a la par que complejos, creíbles y humanos.
Tal vez parezca complicado en un principio, pero os aseguro que es un sistema para crear personajes muy intuitivo y que a la larga aplicas sin darte cuenta. En mi caso, lo he aplicado a casi todos los personajes de mis novelas.
¿A vosotros qué os parece? ¿Aplicaríais los Yo de Freud a vuestros personajes?
¡Nos leemos! ^^
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