Porque las buenas historias merecen ser compartidas.
No es habitual que trate sobre obras de ciencia-ficción en el blog, bien lo sabéis. Pero tras la lectura de Jaulas de aire (Torremozas, 2017), supe que simplemente no podía no compartir con vosotros las reflexiones a las que me llevó esta antología de relatos.
Por eso mismo invité al blog a su autora, la periodista Arantxa Rochet, para nos hablara no solo de su último retoño literario, sino para que nos contara qué le llevó a escribir una obra tan singular como esta, con la que ha dado el salto a la ciencia-ficción.
Si amáis los relatos que os hacen pensar, os recomiendo poneros cómodos para escuchar a Arantxa, pues la entrevista no tiene desperdicio.
Antes
de empezar, ¿querrías hablarnos un poco de tu trayectoria como
escritora para que los lectores puedan conocerte mejor?
Desde
que tengo memoria me recuerdo escribiendo cuentos. No sé si hubo una
motivación específica. Cuando me preguntaban qué quería ser de
mayor, decía que escritora. Siempre lo tuve claro. Fue por eso por
lo que me presenté y gané varios concursos infantiles y juveniles:
en el colegio, en el instituto, en el pueblo donde veraneaba.
Cuando
me hice más mayor, sin embargo, me desilusioné un poco con las
posibilidades de futuro que me ofrecía la escritura. De alguna
manera, mi porvenir estaba prefijado: había que estudiar una carrera
y buscarse un futuro “de verdad”. Yo misma lo creía así. Nunca,
en esos momentos, me planteé mi sueño como una opción profesional
con posibilidades reales para ganarme la vida. Por eso como comencé
una época un poco intermitente con la escritura.
Primero
dejé aparcada la prosa y me centré en la poesía. Empecé a
estudiar la carrera de Periodismo y solo escribía de vez en cuando,
de forma bastante esporádica. Fue en 2003, acabados los estudios,
cuando me apunté a un curso de poesía, con la idea de retomar mi
vocación. Así, quedé finalista del premio de Poesía De Amore en
2004 de la Editorial Lumen y participé en la antología 23
poetas y un DNI de
El Sornabique & If
ediciones.
Sin
embargo, poco después mi carrera laboral me absorbió hasta que, en
2009 y en un nuevo intento por retomar la escritura, entré en la Red
de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, a través de la cual di
durante varios años recitales de poesía en bibliotecas públicas y
cafés como El Despertar o Libertad8.
Aun
así, el trabajo me dejaba poco margen de maniobra. Hasta que en 2011
y cada vez con la idea más clara de que debía apostar por lo que
realmente había querido hacer toda mi vida, me apunté al Máster
de Narrativa de la Escuela de Escritores, donde recuperé esa parte
de mi escritura que llevaba años abandonada: la prosa y los cuentos.
Así escribí Jaulas de aire.
Hasta
el momento, habías escrito sobre todo poesías. Cuéntanos, ¿cómo
ha sido el paso de la lírica a la narrativa? ¿Qué te animó a
ello?
Como
comentaba anteriormente, en realidad comencé escribiendo cuentos,
desde niña y hasta los 20 años, aproximadamente, aunque nunca
vieron la luz más allá de unos cuantos concursos y la revista de mi
pueblo. Poesía empecé a escribir a los 12 años, y con ella sí
continué después de esa edad. No sé, en ese momento tenía más
necesidad de escribir versos. Además, empecé a bloquearme con la
prosa, solo era capaz de escribir cosas autobiográficas. Recuperar
la narrativa después de tantos años me costó trabajo, pero creo
que la parte lírica nunca me ha abandonado y se ve también
reflejada en mis textos actuales.
¿De
qué manera influye en tus textos tu formación como periodista?
De
una forma un poco contradictoria, la verdad. Por un lado, me hizo
mantener el hábito de escribir todos los días, y también me dio
esa perspectiva para analizar la realidad que necesita todo buen
escritor. Pero por otro lado me costó mucho, una vez estaba
trabajando como periodista, cambiar el “chip” de una escritura
informativa, más bien abstracta y explicativa, a una más creativa y
visual. Me resultaba muy difícil escribir de una manera en mi
trabajo y llegar a casa y tener que cambiar la forma para abordar mis
relatos. Ahora ya me he acostumbrado, pero al principio me llevó su
tiempo.
Hablemos
de Jaulas
de Aire.
Se trata de una antología de relatos futuristas y de
ciencia-ficción. ¿Qué puedes decirnos acerca del título bajo en
el que se aúnan?
Jaulas
de aire hace alusión a aquellas jaulas que no se ven, a las cárceles
inconscientes que suponen, muchas veces, las imposiciones sociales.
Por
eso son mucho más peligrosas: porque no se puede escapar de una
cárcel que no se ve. Todos
los personajes están encerrados en las jaulas intagibles del sistema
que los rodea. Y para salir tienen que pagar, en ocasiones, un precio
demasiado elevado: ser diferentes, enfrentarse a lo que se da por
hecho que es lo “normal”. Y no todos están dispuestos.
¿Por
qué ciencia-ficción? ¿Qué posibilidades te ofrecía este género
a la hora de transmitir tu mensaje que con otros no habría sido
posible contar?
Creo
que la ciencia-ficción, junto con el humor, es uno de los géneros
que mejor se presta para la crítica social y política, que es lo
que yo quería hacer. La ciencia ficción nos permite proyectar
nuestro presente hacia el futuro mucho mejor que cualquier historia
realista. Me permitía, pues, fabular, utilizar la imaginación para
crear mundos que aún no son reales pero pueden llegar a serlo. Eso
es lo que a mí me interesaba plantear: hacia dónde nos llevan las
decisiones que, como individuos y como sociedad, estamos tomando hoy.
Las
diez historias que forman esta antología están protagonizados por
personas de éxito: altos cargos, emprendedores o trabajadores
eficientes que aspiran al ascenso. No es un hecho casual, ¿me
equivoco?
No,
aunque creo que ha sido más inconsciente que consciente. Lo que
quería mostrar es que el éxito es relativo. Los protagonistas son
personas exitosas en sus mundos o les dicen que lo son. Pero nada más
lejos de la realidad. No son más que personas que están atrapadas,
al igual que las demás, en un sistema que las aliena, que no las
deja ser todo lo humanos que deberían ser.
So look at the mirror and tell me: ¿what do you see? |
Todos
los personajes, en algún momento de la historia, se ven a sí mismos
en un espejo real o imaginario y se cuestionan su propia identidad.
Al final me salió un libro sobre la identidad, sobre cómo estas
personas, en un determinado momento, toman conciencia de que el mundo
que les rodea no es lo que creían. Y tienen que elegir: o cerrar los
ojos a la realidad, que normalmente es lo más fácil, lo más
cómodo, lo que hacemos muchas veces, o enfrentarse a ella con todo
lo que conlleva. A veces, ni siquiera es posible.
Otro
de los aspectos que más llama la atención de los relatos es el
lenguaje utilizado. En ellos vemos como ciertas palabras (velocinas,
asfio, portacenizas, muestrarate...) se repiten como una constante.
¿A qué intención responde esta decisión deliberada de conectar
todas las historias usando ciertas palabras?
Quería
que, aun siendo mundos diferentes en cada relato, hubiera una
conexión. Que se viera que entre todos había un hilo conductor, no
solo a través de los personajes, que aunque distintos, son, en el
fondo, muy parecidos. Quería que se supiera desde el principio que
nos encontrábamos en un escenario diferente, en un mundo futurista.
Y para eso los objetos eran fundamentales. No podía utilizar el
mismo lenguaje de hoy, tenía que haber elementos nuevos, que
expresaran lo que el lenguaje de hoy ya no muestra por desgaste.
No
puede decirse que ninguno de los escenarios presentes en tus
historias sea apacible o cómodo. De hecho, predominan las atmósferas
angustiosas y la sensación de bucle constante e interminable. Cuando
escribiste estos relatos, ¿qué deseabas transmitir a los lectores a
través de estos escenarios?
Mi
idea es hacer reflexionar sobre hacia dónde nos están llevando
ciertas decisiones, sociales y políticas, de hoy. Y, bajo mi punto
de vista, no es hacía ningún sitio bueno ni cómodo. Por eso las
atmósferas son angustiosas, porque reflejan un futuro distópico, un
futuro en el que ninguno quisiéramos encontrarnos.
Como
he dicho antes, todos los relatos son jaulas. Los personajes están
encerrados, metafóricamente hablando. La pregunta es si pueden o no
pueden salir. En muchos de los casos, escapar es muy difícil, si no
imposible. Eso es lo que quería transmitir. Y si te fijas, todos se
sitúan también en el mismo escenario: la ciudad. La ciudad, gris,
siempre gris, como lugar de alienación, de competitividad salvaje,
de ausencia de empatía, en contraposición con la naturaleza como lo
más cercano al ser humano, a sus raíces.
Última
pregunta. ¿Podrías dar diez motivos a los lectores por los cuales
no deberían dejar pasar la oportunidad de leer Jaulas
de Aire?
Esta
sí es una pregunta difícil. No sé si tengo diez motivos, pero al
menos sí tres:
-En
primer lugar, creo que deberían leer Jaulas de aire para disfrutar
de un género, la ciencia-ficción distópica, que no todo el mundo
conoce muy bien. Creo que tiene mucho más que ofrecer de lo que la
mayoría de las personas piensan: no todo son naves ni marcianos, con
todos mis respetos y admiración tanto a los unos como los otros. A
mí personalmente me encantan, pero soy consciente de que mucha gente
no se acerca a la ciencia-ficción por esa falsa creencia.
-En
segundo lugar, porque este libro habla del hoy y de cosas que nos
conciernen a todos.
-Y,
en tercer lugar, porque sería muy gratificante sentir que apoyan a
los autores noveles.
Y esto ha sido todo.
Debo dar las gracias a Arantxa por haberse prestado a ser entrevistada. He disfrutado mucho haciéndolo y también leyendo su obra. Deseo de corazón que siga escribiendo historias de ciencia-ficción tan bellas como estos relatos.
Si tras esta entrevista os pica el gusanillo por conocer a esta nueva autora de ciencia-ficción, podéis echarle un ojo a la reseña que hice de Jaulas de aire (libro que podéis adquirir aquí).
¡Nos leemos! ^^
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