Porque el acuarismo se parece mucho a la escritura...
A pesar de la antigua creencia de que tener peces en casa trae mala suerte, no son pocos quienes poseen una pecera u acuario y pasan las horas viendo nadar a sus mascotas.
Contrariamente a lo que pueda parecer, hacerse cargo de un entorno acuático no es sencillo. No basta con echar comida a las carpas y cambiar un poco de agua cuando te acuerdas. Detrás de todo bello tanque de peces hay horas de dedicación y meses de preparación.
De hecho, cuidar de nuestro acuario guarda un gran parecido con el proceso de escritura, donde la dedicación constante y los meses de trabajo previo son imprescindibles. Y eso es lo que me dispongo a mostraros.
(Y ya de paso, os daré un cursillo rápido de acuariofilia para demostrar que mis catorce años de experiencia en este campo sirven para algo XD).
1. Aclimatar y preparar
Antes de lanzar los peces a nuestro acuario, es necesario prepararlo cuidadosamente antes para que los futuros huéspedes encuentren un entorno óptimo en el que instalarse y prosperar. Este proceso dura de media un mes y responde al nombre de ciclado.
Debemos añadir la grava (y el abono si vamos a poner planta viva), los elementos de decoración, el agua tratada... Y dejarlo reposar para generar las bacterias que mantendrán vivo y sano el ecosistema que es nuestro acuario.
Cuando empezamos a escribir una novela, es imprescindible dedicarle antes un tiempo de preparación durante el cual nos dedicaremos a documentarnos, crear las fichas de personaje, planificar la estructura de la novela y diseñar una escaleta provisional que nos sirva de guía.
En caso de necesitar un mapa, este es el momento adecuado para trazar un primer boceto que luego podremos modificar (porque lo haremos).
Del mismo modo que las bacterias crecen y se fortalecen durante el ciclado, el germen de nuestra novela, esa idea primegenia, va madurando mientras nosotros nos preparamos para el momento de darle a la tecla.
2. Salubridad y parámetros
No basta con ciclar el agua para convertir nuestro acuario en un ecosistema adecuado. Existen muchos otros parámetros a comprobar si queremos albergar vida en ese recipiente de cristal tan bonito.
Salinidad, pH, dureza del agua, nivel de nitritos... La lista es tan larga que se necesitan años para familiarizarse con todos y aprender a controlarlos. Sobretodo porque cada especie de pez requiere unos niveles determinados, y eso condicionará la composición del agua.
Con las novelas ocurre algo parecido: hay que controlar muy bien el flujo narrativo si no queremos tener que enfrentarnos a un texto inestable y desequilibrado.
La intriga, la tensión, la acción... Todos estos elementos deben introducirse de forma gradual en nuestras novelas y encadenarse de forma natural y armoniosa. Los altibajos crean no solo desconcierto en el lector, sino también sensación de incredulidad, de modo que debemos evitarlos a toda costa.
Pero es que además, no todas las historias son iguales. El género y el tamaño de nuestra historia condicionarán también el fluir de la misma: no aguanta igual de bien las escenas de acción un thriller policíaco que una novela romántica (de amor, no del s. XVIII).
3. Proporcionalidad
Los acuarios se rigen por una norma bastante exacta que determina cuántos peces puede albergar un tanque de agua según sus litros de capacidad.
La norma dice que la proporción adecuada es 1 litro de agua por cada centímetro de pez y se aplica a la mayoría de especies de acuario (a excepción de los goldfish, que necesitan 7 litros por individuo).
Sobrepasar esta proporción conduce a la saturación del acuario, ya que las bacterias no pueden consumir tantos deshechos como generan los peces; el agua se vuelve insalubre y finalmente nuestros escamosos amigos mueren.
También nuestras novelas pueden morir de saturación si no somos conscientes de su capacidad. Y esto se aplica tanto al número de personajes como al volumen de tramas abiertas.
Cuanto menor sea el número de palabras, más reducido deberá ser el elenco de personajes y el número de hilos argumentales que barajemos. No hacerlo así agobiará al lector y terminará por convertir nuestra obra en un batiburrillo incompresible para el mundo.
Veamos un ejemplo:
Sorgina es una novela corta de no más de 20.000 palabras, de modo que el número de personajes implicados en la historia es 4 (al margen de secundarios y esporádicos) y las tramas abiertas solo dos: la de Paloma y la de César.
4. Equilibrio
Otro de los factores a tener en cuenta a la hora de poblar un acuario es la compatibilidad entre especies. Sobretodo porque uno entra a una tienda, ve la ENORME variedad a su alcance y siente el deseo de llevárselos todos a casa.
Eso es algo que no puede hacerse bajo ningún concepto, porque inevitablemente, un pez agresivo acabará devorando a sus compañeros o hiriéndolos de gravedad.
Por lo tanto, antes de comprarte el primer pez que veas, es importante que te informes sobre su comportamiento y compatibilidad... O terminarás viendo cómo un Combatiente de Siam aterroriza y despedaza vivos a tus pobres peces.
Durante el proceso de documentación, y aún en las primeras fases de escritura, los juntaletras nos comportamos como esponjas que absorben sin darse cuenta cualquier estímulo a su alrededor y tratan de incorporarlo a su obra.
"Quiero dragones, un conflicto dinástico, una revolución feminista, zombis...". La lista de deseos es tan larga como la imaginación de su propietario, y si nos dejamos llevar por ella, nuestra obra se verá precipitada al desastre.
Todas las ideas son geniales siempre y cuando su combinación y superposición no conduzcan al caos y a la saturación de nuestra historia. Y no porque nuestras ideas sean malas, sino porque no se amoldan bien a nuestra historia y acaban por deshilacharla.
Es preferible tener un cuaderno de buenas ideas y elementos interesantes para irlos usando que vaciarlos todos en una misma novela y acabar matándola por incompatibilidad.
5. Culminación del ciclo
Tal vez uno de los momentos más felices para un acuarista es cuando ve cómo su acuario, el ecosistema que ha construido con esfuerzo y dedicación de meses, se convierte realmente en un entorno vivo.
Nuestros peces, aclimatados y felices, se reproducen en nuestro acuario, llenándolo de minúsculos seres que se esconden entre la decoración hasta alcanzar la edad adulta y reproducirse a su vez: el ciclo de la vida completo.
Los escritores también nos sentimos felices al culminar el proceso de escritura y ver nuestra novela, nuestro hijo, reposar en los estantes (físicos o digitales) de las librerías.
Llegan las reseñas, los comentarios, las valoraciones... Es en ese momento cuando vemos por fin que nuestro trabajo ha dado sus frutos y podemos permitirnos disfrutar de él y contemplarlo. Mientras vamos tramando cuál será el siguiente paso, claro ;)
Siguiendo estos consejos, ya estás preparado para escribir historias que gocen de un perfecto estado de salud y equilibrio. Y también para hacerte cargo de un acuario y mantenerlo en condiciones XD
Espero que os haya resultado de utilidad, o cuanto menos curioso, y que no se os haya hecho cuesta arriba leer sobre criaturas escamosas. Prometo no volver a daros la brasa con el tema. Palabra (al menos hasta que me de otro venazo).
¡Nos leemos! ^^
A pesar de la antigua creencia de que tener peces en casa trae mala suerte, no son pocos quienes poseen una pecera u acuario y pasan las horas viendo nadar a sus mascotas.
Contrariamente a lo que pueda parecer, hacerse cargo de un entorno acuático no es sencillo. No basta con echar comida a las carpas y cambiar un poco de agua cuando te acuerdas. Detrás de todo bello tanque de peces hay horas de dedicación y meses de preparación.
De hecho, cuidar de nuestro acuario guarda un gran parecido con el proceso de escritura, donde la dedicación constante y los meses de trabajo previo son imprescindibles. Y eso es lo que me dispongo a mostraros.
(Y ya de paso, os daré un cursillo rápido de acuariofilia para demostrar que mis catorce años de experiencia en este campo sirven para algo XD).
1. Aclimatar y preparar
Antes de lanzar los peces a nuestro acuario, es necesario prepararlo cuidadosamente antes para que los futuros huéspedes encuentren un entorno óptimo en el que instalarse y prosperar. Este proceso dura de media un mes y responde al nombre de ciclado.
Debemos añadir la grava (y el abono si vamos a poner planta viva), los elementos de decoración, el agua tratada... Y dejarlo reposar para generar las bacterias que mantendrán vivo y sano el ecosistema que es nuestro acuario.
Vista de un acuario en proceso de ciclado |
Cuando empezamos a escribir una novela, es imprescindible dedicarle antes un tiempo de preparación durante el cual nos dedicaremos a documentarnos, crear las fichas de personaje, planificar la estructura de la novela y diseñar una escaleta provisional que nos sirva de guía.
En caso de necesitar un mapa, este es el momento adecuado para trazar un primer boceto que luego podremos modificar (porque lo haremos).
Del mismo modo que las bacterias crecen y se fortalecen durante el ciclado, el germen de nuestra novela, esa idea primegenia, va madurando mientras nosotros nos preparamos para el momento de darle a la tecla.
2. Salubridad y parámetros
No basta con ciclar el agua para convertir nuestro acuario en un ecosistema adecuado. Existen muchos otros parámetros a comprobar si queremos albergar vida en ese recipiente de cristal tan bonito.
Salinidad, pH, dureza del agua, nivel de nitritos... La lista es tan larga que se necesitan años para familiarizarse con todos y aprender a controlarlos. Sobretodo porque cada especie de pez requiere unos niveles determinados, y eso condicionará la composición del agua.
Ejemplo de test combinado: pH, dureza, amoníaco, nitritos... |
Con las novelas ocurre algo parecido: hay que controlar muy bien el flujo narrativo si no queremos tener que enfrentarnos a un texto inestable y desequilibrado.
La intriga, la tensión, la acción... Todos estos elementos deben introducirse de forma gradual en nuestras novelas y encadenarse de forma natural y armoniosa. Los altibajos crean no solo desconcierto en el lector, sino también sensación de incredulidad, de modo que debemos evitarlos a toda costa.
Pero es que además, no todas las historias son iguales. El género y el tamaño de nuestra historia condicionarán también el fluir de la misma: no aguanta igual de bien las escenas de acción un thriller policíaco que una novela romántica (de amor, no del s. XVIII).
3. Proporcionalidad
Los acuarios se rigen por una norma bastante exacta que determina cuántos peces puede albergar un tanque de agua según sus litros de capacidad.
La norma dice que la proporción adecuada es 1 litro de agua por cada centímetro de pez y se aplica a la mayoría de especies de acuario (a excepción de los goldfish, que necesitan 7 litros por individuo).
Sobrepasar esta proporción conduce a la saturación del acuario, ya que las bacterias no pueden consumir tantos deshechos como generan los peces; el agua se vuelve insalubre y finalmente nuestros escamosos amigos mueren.
Acuario de tetras neón superpoblado |
También nuestras novelas pueden morir de saturación si no somos conscientes de su capacidad. Y esto se aplica tanto al número de personajes como al volumen de tramas abiertas.
Cuanto menor sea el número de palabras, más reducido deberá ser el elenco de personajes y el número de hilos argumentales que barajemos. No hacerlo así agobiará al lector y terminará por convertir nuestra obra en un batiburrillo incompresible para el mundo.
Veamos un ejemplo:
Sorgina es una novela corta de no más de 20.000 palabras, de modo que el número de personajes implicados en la historia es 4 (al margen de secundarios y esporádicos) y las tramas abiertas solo dos: la de Paloma y la de César.
4. Equilibrio
Otro de los factores a tener en cuenta a la hora de poblar un acuario es la compatibilidad entre especies. Sobretodo porque uno entra a una tienda, ve la ENORME variedad a su alcance y siente el deseo de llevárselos todos a casa.
Eso es algo que no puede hacerse bajo ningún concepto, porque inevitablemente, un pez agresivo acabará devorando a sus compañeros o hiriéndolos de gravedad.
Por lo tanto, antes de comprarte el primer pez que veas, es importante que te informes sobre su comportamiento y compatibilidad... O terminarás viendo cómo un Combatiente de Siam aterroriza y despedaza vivos a tus pobres peces.
Combatiente, aka Pez Delbaeth por su tendencia a las peleas |
Durante el proceso de documentación, y aún en las primeras fases de escritura, los juntaletras nos comportamos como esponjas que absorben sin darse cuenta cualquier estímulo a su alrededor y tratan de incorporarlo a su obra.
"Quiero dragones, un conflicto dinástico, una revolución feminista, zombis...". La lista de deseos es tan larga como la imaginación de su propietario, y si nos dejamos llevar por ella, nuestra obra se verá precipitada al desastre.
Todas las ideas son geniales siempre y cuando su combinación y superposición no conduzcan al caos y a la saturación de nuestra historia. Y no porque nuestras ideas sean malas, sino porque no se amoldan bien a nuestra historia y acaban por deshilacharla.
Es preferible tener un cuaderno de buenas ideas y elementos interesantes para irlos usando que vaciarlos todos en una misma novela y acabar matándola por incompatibilidad.
5. Culminación del ciclo
Tal vez uno de los momentos más felices para un acuarista es cuando ve cómo su acuario, el ecosistema que ha construido con esfuerzo y dedicación de meses, se convierte realmente en un entorno vivo.
Nuestros peces, aclimatados y felices, se reproducen en nuestro acuario, llenándolo de minúsculos seres que se esconden entre la decoración hasta alcanzar la edad adulta y reproducirse a su vez: el ciclo de la vida completo.
Hembra de Guppy con sus alevines |
Los escritores también nos sentimos felices al culminar el proceso de escritura y ver nuestra novela, nuestro hijo, reposar en los estantes (físicos o digitales) de las librerías.
Llegan las reseñas, los comentarios, las valoraciones... Es en ese momento cuando vemos por fin que nuestro trabajo ha dado sus frutos y podemos permitirnos disfrutar de él y contemplarlo. Mientras vamos tramando cuál será el siguiente paso, claro ;)
Siguiendo estos consejos, ya estás preparado para escribir historias que gocen de un perfecto estado de salud y equilibrio. Y también para hacerte cargo de un acuario y mantenerlo en condiciones XD
Espero que os haya resultado de utilidad, o cuanto menos curioso, y que no se os haya hecho cuesta arriba leer sobre criaturas escamosas. Prometo no volver a daros la brasa con el tema. Palabra (al menos hasta que me de otro venazo).
¡Nos leemos! ^^
Pues pensaba que se me iba a hacer cuesta arriba porque yo no tengo ni idea de acuarios, pero me ha gustado ^.^ No sabía que había tanta similitud.
ResponderEliminarYo siempre que hago una lluvia de ideas para crear una historia nueva me veo tentada a meter un Combatiente de Siam XD Creo que es por la emoción que se desata al hacer una lluvia de ideas: nos vamos soltando, cada vez imaginamos más a lo grande... y luego lo queremos meterlo todo en el mismo saco!! Porque, claro, si por separado es maravilloso, junto sera la bomba.
Pues no, como tú dices, hay que pensar en el equilibrio de la obra.
Me ha encantado que hables de la escritura a través del acuarismo, un abrazo ^^
Celebro que te haya resultado interesante a pesar de no conocer de primera mano la acuariofilia ;)
EliminarLa verdad es que sí, cuesta contener las ganas de meter en nuestras historias tantos elementos molones como sea posible, pero es mejor poco y bien que mucho y mal.