A los escritores nos gusta imitar la idea romántica de la guerra de bandos. No afianzamos a uno y luchamos a muerte por defenderlo.
Y para dejar claro que es mucho mejor que las corrientes que siguen otros. Porque si otra cosa se nos da bien es creernos mejor que nadie, ¿verdad? Es un vicio común.
Bueno, podéis ir dándole pasaporte a esa idea de que sois innovadores, originales y rompedores. Unos verdaderos enfants terribles.
No es por nada, pero eso de entrar al trapo entre corrientes opuestas en la literatura es viejo como el andar para adelante. Y hoy sabremos por qué.
Breve historia de las cuitas escritoriles
No ha habido periodo histórico que se haya librado de la polarización opuesta en la creación literaria. Llevamos así desde el Medievo. En aquella época, o te adscribías al Mester de Clerecía y loabas a Dios, o te ibas de farra contanto historietas en el Mester de Juglaría.
Sin embargo, el periodo de cuitas escritoriles por excelencia (al menos en España) fue el llamado Siglo de Oro. Allí se polarizó y repartió estopa como nunca gracias a la literatura del Barroco y su corrientes.
Mientras algunos se abrazaban al conceptismo y su oda al fondo más allá de la estética, otros defendían el culteranismo y su veneración por lo hermoso.
Y así ha llegado hasta nuestros días |
Luego esto acababa a patadas en un bar entre los defensores de una y otra causa. Por ejemplo, Góngora y Quevedo terminaban dándose hasta en el retrato del comedor con tal de demostrar que el uno y su corriente era mejor que el otro.
Con el devenir de los siglos, esta tendencia a que dos corrientes artísticas mayoritarias se despreciasen y atacasen mutuamente se afianzó. Racionales y Románticos, esteticistas y góticos...
Y así hasta nuestro momento presente.
¿Por qué sucede esto?
La aparición simultánea de dos corrientes literarias opuestas en un momento determinado es resultado de la diversidad humana y su manera de enfrentarse al mundo.
Ante una situación de crisis y malestar, racionalistas y románticos toman dos caminos distintos para plantar cara a su realidad y salir adelante.
A grandes rasgos, esta es la madre del (no) entendimiento |
Los primeros apuestan por la virtud del hombre y se guían por planteamientos positivos. Creen que el progreso humano y sus bondades ayudarán a salir del atolladero y mejorar.
Los románticos en cambio, ven al hombre y su progreso como el culpable de los males presentes. Abogan entonces por un retorno a las raíces y a la irracionalidad. Creen que el yo individual y sus deseos son el camino para salir del malestar social.
A menudo el choque se agrava por otros factores. Por ejemplo, que uno de los dos postulados apareciera antes que el otro, ya que en este caso son movimientos de reacción a la otredad.
En otros casos es la edad lo que lleva al enfrentamiento. Un movimiento es abrazado por generaciones más antiguas, mientras que el otro lo defienden los jóvenes. La inquina intergeneracional ayuda a generar conflictos entre ambos.
Indistintamente de las causas el resultado es invariable. Una idea choca con la otra y entonces se produce el conflicto. Esto es algo que sucede en todos los campos y en cualquier tiempo histórico, incluido el presente.
¿Quién está en liza hoy día?
En la actualidad, el conflicto entre corrientes literarias se ha disgregado un poco con la aparición de etiquetas que acotan los nichos de producción escrita.
Con todo, la tendencia al conflicto se mantiene. Y en el género fantástico, los opuestos que compiten por la hegemonía hoy día son el grimdark y el hopepunk.
El primero es un subgénero del fantástico caracterizado por retratar mundos hostiles. Las historias que nos cuenta las protagonizan personajes bastante inmorales y el final no suele ser feliz. Al menos, no al nivel de los cuentos.
Vaiana es una película muy hopepunk en planteamientos |
En cambio el hopepunk es una novela más esperanzadora, que prefiere reflejar universos donde la desigualdad y el conflicto ya se ha superado. Esto la vincula mucho con el concepto moderno de utopía.
Como veis, se trata de corrientes muy antagónicas. Y un escritor que comulgue con una de ellas difícilmente se va a sentir cómodo en la otra. ¿Significa eso que se van a partir los dientes entre ellos? Pues depende del escritor.
Reflexiones al respecto
Hay quienes se toman esto como la nueva toma de Jerusalén y cargan con toda la artillería contra la corriente contraria. Ahí el no comulgar se convierte en desprecio y finalmente en inquina.
Este sentimiento puede manifestarse a través del desprestigio público de un corriente respecto al otro. Por ejemplo, tildarlo de innecesario o agruparlo en una corriente anterior. Retirarle la etiqueta de innovador y el carné de exclusivo y modernizante
También responsabilizando al movimiento opuesto de lanzar mensajes perjudiciales para la sociedad. Porque si no hace las cosas como tú, seguro que es malo ¿verdad?
O directamente ridiculizando todo lo que esté vinculado con esa línea de creación artística con el fin de desprestigiar y destruir. Y hacerse con la dominación mundial, supongo.
Ninguno de esos sentimiento es bueno para la salud. Además de que resulta muy medieval creer en las cruzadas hoy día, ¿no os parece?
En algunos casos, este desagrado se manifiesta en una ignorancia mutua. Los grupos coexisten sin entrar el uno en el terreno del otro. Esto mantiene la paz entre ellos, pero no supone ni de lejos una solución al conflicto. Uno que es bastante viejo, dicho sea de paso.
Si es que tiene solución, claro. Al fin y al cabo estamos hablando de movimientos casi irreconciliables si no existe un interés por parte de quienes los defienden por comprenderse y respetarse.
Eso, mis lectores, deja muy desamparados a los escritores del tercer grupo: los que no se adscriben en ninguna de las corrientes o los que juegan con ambas según les conviene.
Quizá hoy día estemos más cerca de poner fin a los choques intestinos entre escritores y movimientos literarios. ¿Quién sabe? Hoy se puede debatir sin cartas ni espadas. Es menos sencillo acabar desbarrigándose (por suerte).
¡Nos leemos! ^^
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