Cuando un escritor se enfrenta a un nuevo proyecto creativo, son muchas las preguntas que le surgen. ¿De qué género será? ¿Qué longitud de palabras necesita? ¿Requerirá ser una historia ilustrada?
Sin embargo, los autores que hablan o dominan más de un idioma se enfrentan a un dilema añadido. ¿En qué lengua voy a desarrollar mi proyecto?
Cualquiera que escriba y hable varios idiomas o tenga fluidez en ellos se ha planteado algo así. En mi caso, esta es una pregunta recurrente que me despierta una gran curiosidad.
Como algunos ya sabéis, las cuestiones de lenguas y escritura son un tema que me fascina. He hablado mucho de ello. Por ejemplo, en el artículo sobre lenguas y literatura de género publicado en el N8 de la Revista Windumanoth.
De modo que era cuestión de tiempo que acabase indagando sobre las razones que llevan a un escritor a decidirse por un idioma o por otro.
Para ver cómo hacer frente a esta pregunta, he hablado con varios autores que usan o conocen varias lenguas. De sus respuestas y reflexiones nace este artículo. Y como veréis, no existe una respuesta única ;)
Decisión pragmática
Para algunos escritores, el uso de uno u otro idioma es una cuestión de utilidad. A la hora de escribir, se decantan por el idioma que les permite trabajar con mayor velocidad.
Este grupo de escritores ve las lenguas que tiene a su disposición como herramientas. De modo que hacen uso de aquella con la que sienten mejor soltura.
En en caso de Sergi Álvarez, autor de Nunca digas vodka, nunca jamás, la elección responde a la comodidad. Aunque escribe en catalán cuando se lo solicitan, prefiere usar el castellano por una cuestión de facilidad y rapidez. Puro pragmatismo, según sus palabras.
El escritor Francisco J. Pérez suscribe esta postura. En su caso, utiliza indistintamente el castellano y el inglés. En cambio, prefiere no hacer uso del catalán por una cuestión estética. Para él, castellano e inglés se adecuan mejor al tono de lo que pretende contar cuando escribe.
Agentes externos
A veces, el motivo por el que un escritor termina empleando uno u otro idioma responde a causas externas, ajenas al propio autor.
Por un lado, están aquellos que deciden utilizar un idioma que dominan con el fin de alcanzar a un mayor número de lectores. Esto se da muchas veces entre autores que dominan el inglés, aunque no es exclusivo.
Por un lado, están aquellos que deciden utilizar un idioma que dominan con el fin de alcanzar a un mayor número de lectores. Esto se da muchas veces entre autores que dominan el inglés, aunque no es exclusivo.
Ana Casanova por ejemplo, mayoritariamente prefiere escribir en castellano. Pero en el pasado escribió y tradujo parte de su trabajo al inglés. Esta decisión fue motivada por el deseo de alcanzar a más público, pero no obtuvo el resultado esperado.
Esta es una experiencia que comparte con Francisco J. Pérez, también escritor en inglés. De modo que ninguno de los dos parece muy convencido de que el alcance de una historia pueda ser un motivo de peso para decidirse por un idioma concreto. Al menos no en su experiencia.
Otra razón por la cual un escritor puede decantarse por uno u otro idioma es el destino final de la obra. Cuando uno escribe con la intención clara de mandarlo a un concurso o editorial concreta, la lengua usada se decide en base a dicho interés.
Así le sucede por ejemplo a Arnau Vendrell. A menudo el motivo que le lleva a escribir una novela en catalán o en castellano es el destino que espera poder darle. Sea porque pretende presentarla a un concurso o bien porque espera enviarla a un sello determinado.
En su caso además, también la búsqueda de betas lo hace decidirse por una lengua u otra. Para él, un buen beteo es de suma importancia y en estos términos se expresaba:
En mi caso suelo tirar de amigos y gente
con intereses comunes que he ido conociendo (la mayoría por internet
y que considero de confianza). El problema aquí está en que esta
gente vive lejos de mí y eso implica lo más probable es que no
hablen mi lengua materna, con lo que mis opciones para tener lectores
beta se ven mucho más limitadas. Y a lo mejor tienes ese amigo al
que le encantaría esa historia o de cuyo criterio siempre te fías,
pero vive al otro lado de la península y no entiende ni papa si le
escribes la historia en catalán, evidentemente.
Lo personal como motor decisivo
Por último, hay autores que se toman la elección idiomática como un compromiso consigo mismos. Es decir, que desempeñan su ejercicio creativo indistintamente en una lengua o en otra por decisión o convicción personal.
Hugo Camacho, editor del sello Orciny Press, disfruta de escribir en las tres lenguas que domina. Sin embargo, por inmediatez, siempre acaba decantándose por el castellano, su lengua materna, en la mayoría de los proyectos que emprende.
Caso opuesto es el de Sergi G. Oset. El escritor afirma escribir en catalán por terquedad. Empezó a hacerlo en 2007 con miedo y bastante vergüenza. Pero no se arrepiente de ello. Al contrario, considera que aunque esto le suponga un esfuerzo extra, le merece la pena.
Esto es, según el propio Sergi, porque para él usar el catalán es muy importante y se siente realizado sometiéndose a ese esfuerzo adicional. Con todo, no por ello ha renunciado a escribir en castellano. Sin embargo, siente que cuando lo hace, es como si hablase un yo distinto.
La idea de que un idioma puede tener el matiz o tono distinto enlaza con las reflexiones de Francisco J. Pérez sobre el tono, a las que nos referimos antes.
Dificultades añadidas
Pero no todo es jauja. Aún entre los escritores que usan de forma indistinta las lenguas a su alcance surgen problemáticas. Y todas ellas provocan en quienes las sufren quebraderos de cabeza adicionales.
El bilingüismo o el hecho de ser políglota lleva asociado el riesgo de "contaminar" las lenguas que uno conoce y mezclarlas entre sí.
Elena Romea (Spanish Fear) manifiesta sufrir interferencias idiomáticas por causa de su bilingüsmo. En su caso, inglés y español forman una amalgama donde los calcos y las mezclas son frecuentes. Esto la hace necesitar un corrector la mayoría de las veces.
El precio a pagar pues es el contagio lingüístico entre idiomas, una realidad a la que todo bilingüe debe resignarse o acostumbrarse. Aunque cuando este mal le sucede a un políglota, la cosa se complica.
Juanjo experimenta la misma problemática que Elena. Según él, un mal común acaece a cualquiera que hable o use más de un idioma. Aunque en su caso, el problema se multiplica por cuatro.
Además de hablar catalán y castellano, también lo hace en ingles y en hebreo. De modo que hace mezclas constantemente entre estos cuatro idiomas. Cuando se comunica con su marido, políglota con conocimiento en más de seis idiomas (y quien tiene nociones de otros muchos), el resultado es una neolengua aglutinante de todos ellos.
Como él mismo afirma, cuando uno hace uso de tantos idiomas, busca desesperadamente seguir vinculado a ellos para no perder fluidez por contagio o por desgaste. Así pues, hace todo lo posible por seguir usando el catalán con su familia y por leerlo tanto como puede pese a vivir lejos.
Con todo, el hablar tantos idiomas también le ha abierto puertas a otras realidades. Y en el caso que nos ocupa, le ha permitido recomendarnos una lectura.
Art and war, obra que compendia los diálogos entre Lavie Tidhar y Shimon Adaf, dos autores hebreos que reflexionan, además de sobre sus circunstancias personales, sobre la decisión de usar una lengua u otra en sus procesos creativos.
Como puede verse, el decantarse por una lengua no atiende a una razón única. De hecho, como ya avanzaba al inicio de este artículo, no existe respuesta a esta realidad más allá de la que cada uno decida a nivel personal. Será que, como apuntaba Arnau Vendrell, ante esta realidad es importante seguir tu propio criterio.
Y escuchar a tu historia, que es lo que hice yo cuando decidí porque el GrimCAT lo escribiría en catalán. A fin de cuentas, lo importante es la historia en sí y lo que te aporte construirla. Qué menos que plegarse a los deseos y necesidades de la misma, ¿no os parece?
¡Nos leemos! ^^
¡Nos leemos! ^^
Muy buen material en tu blog. Bastante útil para todo aquel que quiera instruírse.
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