Porque verdad sola hay una, pero interpretaciones...
Escribir es un ejercicio de ficción creativo. Los escritores inventan historias y personajes para deleite de quienes les leen. En definitiva, construyen un relato.
La palabra relato en el ámbito político tiene un significado muy aplicable al ámbito de la literatura. Se llama relato a la construcción interpretativa de un discurso basado en los hecho acontecidos.
Como puede deducirse, relatos hay tantos como fuerzas en pugna, si bien es cierto que al final, una de esas interpretaciones de la realidad es la que se impone y a la que consideramos, La Verdad.
En nuestros mundos literarios también se construyen relatos y el escritor puede llegar a manipular a sus lectores para que den su apoyo a ciertos personajes o bandos, cerrándose en banda a cualquier interpretación personal de los hechos.
A continuación os dejo una listo con los tres tipos de narradores más comunes en la ficción y su efecto a la hora de manipular la opinión del lector sobre los hechos narrados en la historia. Espero que la disfrutéis ;)
1. Narrador-personaje
Este es tal vez el punto de vista con mayor riesgo de ofrecer una visión sesgada sobre la historia y que más fácil lo tiene para engañar a los lectores o para manipularles y posicionarles a favor o en contra de ciertas situaciones.
Cuando la historia se narra desde el punto de vista de un personaje, sea este el protagonista o un secundario, como ocurre en las novelas de Sherlock Holmes, el lector conoce por fuerza el entorno y los sucesos a través de sus ojos.
La información que sabe el lector es la misma que posee el personaje narrador y está por tanto influida por la manera de pensar y de ver el mundo de dicho personaje.
Por poner un ejemplo cercano, en La Espada de Occidente, el protagonista es el soldado holandés Johan van Evers, y todo cuanto sucede en la historia se presenta desde su interpretación y punto de vista. En este caso, el personaje juzga desde su punto de vista a los samuráis con quienes se cruza y valora la forma de hacer y actuar de los japoneses.
Johan, narrador y protagonista |
Como es de esperar, el hecho de que toda la historia sea narrada desde la opinión (sesgada) de un personaje, hace que el lector suela posicionarse a favor de dicha interpretación, si bien no siempre sucede.
De hecho, autores como Sergi Álvarez, se han aprovechado de un narrador personaje para conseguir el efecto contrario en el lector.
En su novela El Silenciador, el narrador es el odioso y misógino Andreu Montero, que con sus comentarios logra que el lector no solo discrepe de sus acciones, sino que sea contrario a todo cuanto valora el personaje.
En cualquier caso, a menudo el narrador personaje se utiliza para legitimar la opinión del propio escritor. No pocas veces, el personaje comparte concepción del mundo con su autor. Y este busca a través de su obra convencer a los lectores de que su opinión es la más válida.
Hacer algo así, queridos amigos, es pecar de moralista y buscar sentar cátedra by the face. Y eso, mis apreciados lectores, más que hacer parecer al escritor un maestro, lo convierte en un repelente con ínfulas.
2. Narrador omnisciente
El narrador omnisciente se expresa en tercera persona y da una visión amplia del mundo y de los hechos que acontecen en la historia. Es un narrador ajeno a los personajes y a la historia, pero capaz de conocer sus pensamientos y sus puntos de vista.
Un narrador omnisciente ofrece mayor imparcialidad que un narrador personaje, pues permite al lector conocer qué sienten y piensan todos los personajes de la novela, facilitando así que pueda entenderles.
Ahora bien, este narrador es una voz añadida a la historia, de modo que su punto de vista puede no ser del todo imparcial y decantarse por unos u otros personajes, validando y censurando su forma de actuar.
Esta estructura es muy utilizada en cuentos para niños, donde prima la función pedagógica. Habitualmente, el narrador da apoyo al protagonista y censura la mala conducta del antagonista para que los niños no emulen su actitud y la identifiquen como algo negativo.
Sailor Moon daba un discurso a los niños antes de derrotar al villano |
Ahora bien, cuando esto sucede en una novela para un público adulto o YA, la cosa cambia y volvemos a encontrarnos con que la voz del narrador se usa para legitimar la postura del escritor.
Esto sucede por ejemplo en Róndola: el narrador siempre se posiciona a favor del personaje de Mina, describiendo el mundo y las situaciones que tienen lugar en la historia de modo que estas refuercen siempre el mensaje de dicho personaje.
Obviamente, esto no resulta infalible a la hora de convencer a los lectores de que deben dar su apoyo a un bando u a su contrario, pero tampoco podemos hablar aquí de absoluta imparcialidad, pues como hemos dicho, el narrador omnisciente es una voz más y puede decantarse.
3. Punto de Vista
La novela coral con puntos de vista, muy en auge en el panorama literario actual, es a mi criterio la que mayor garantía de imparcialidad ofrece en cuanto a la narración de los hechos que tienen lugar en la historia.
Dicha narración surge de la unión de diversas voces de personajes que se intercalan para ofrecer interpretaciones distintas de un mismo suceso.
El ejemplo más claro de esto es Canción de Hielo y Fuego, donde el número de personajes con PoV hace casi imposible polarizar la opinión de los lectores hacia una facción concreta de personajes.
Por ejemplo, la escena de la Batalla del Aguasnegras es narrada por diversos personajes de bandos enfrentados, que exponen cómo los movimientos propios y ajenos les benefician o perjudican. No existe ningún personaje que sea juez, ni hay narrador que valore: es el lector quien decide a quiénes brinda su apoyo tras escuchar a todas las partes.
Batalla del Aguasnegras |
Ahora bien. No es necesario contar con un volumen de personajes tan elevado como esta saga para ofrecer un amplio abanico de interpretaciones.
Por ejemplo, en Sorgina, los hechos se cuentan intercalando la visión de César y de Paloma, ambos rivales. En última instancia, seréis vosotros quienes apoyéis a uno o a la otra en base a si su relato es capaz de convenceros.
Evidentemente, el escritor tiene su propia opinión y a título personal puede tener simpatía o afinidad con unos personajes concretos, pero la existencia de otras visiones y versiones de los hechos evitan que su relato se convierta en La Vedad dentro de su novela.
Y hasta aquí por hoy. Espero que estas reflexiones os ayuden de cara al futuro a escribir y construir vuestro relato con una intención (a poder ser, que no sea moralista, que los lectores ya son mayorcitos).
En cualquier caso, hemos podido ver tres formas de contar una historia y cómo estas influyen en nuestros lectores. De modo que yo me voy despidiendo por hoy. Pero antes, una pregunta: ¿mientes en tu novela?
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