Porque la poesía es otra forma de narrativa...
Tras un par de meses, recuperamos esta sección para hablar de una autora que, si bien vivió y escribió hace más de quinientos años, aún tiene mucho que enseñarle al lector actual. Y también al escritor.
Izumi Shikibu, también conocida como la dama Izumi, es considerada como una de las grandes voces poéticas del Japón del Período Heian, así como una de las damas más influyentes (y polémicas) de la corte imperial.
Se cuenta que tuvo amoríos con nada menos que dos de los hijos del emperador Reizei. La relación con el segundo de ellos, el príncipe Atsumichi, se narra en el Diario de la Dama Izumi (Izumi Shikibu Nikki).
Precisamente esta novela, de tintes semi-autobiográficos, es la que he elegido para mostrar algunos de rasgos característicos de la obra de Izumi, que posteriormente sería imitada por otras autoras de diarios de la época.
Si queréis saber un poco más sobre esas artistas del pincel, os invito a echar un ojo al post que M. H. Isern dedicó a las poetisas niponas hará ya un tiempo.
El resto, podéis acompañarme en este viaje a las lecciones de esta ingeniosa dama. El único requisito es que guardéis silencio y esperéis, pues la poesía japonesa de Izumi Shikibu se gestó entre velos, pantallas y luz de luna.
Si queréis saber un poco más sobre esas artistas del pincel, os invito a echar un ojo al post que M. H. Isern dedicó a las poetisas niponas hará ya un tiempo.
El resto, podéis acompañarme en este viaje a las lecciones de esta ingeniosa dama. El único requisito es que guardéis silencio y esperéis, pues la poesía japonesa de Izumi Shikibu se gestó entre velos, pantallas y luz de luna.
Formato epistolar
La primera gran característica del Diario es su particular formato. Se trata de una historia romántica cortesana narrada a través de la correspondencia que mantienen los dos amantes (Izumi y el príncipe Atsumichi).
Pequeños fragmentos narrativos que ahondan en las tribulaciones de los personajes se intercalan con las cartas que se envían el uno al otro a lo largo de varios meses.
Dichas cartas suelen estar compuestas por uno o dos poemas de temática amorosa y unos apuntes en los que los amantes complementan sus opiniones o sentimientos acerca del otro, o que responden a la carta previamente recibida.
Componer poemas era una actividad muy común entre la nobleza |
Ni la poesía ni la narrativa epistolar han sido excesivamente explotadas por la literatura de género. En las novelas de fantasía, si bien aparecen fragmentos de cartas o canciones, esto suele ser un hecho excepcional.
Lo mismo ocurre en las historias de ciencia ficción. Lo más parecido a una carta que podemos encontrar son los apuntes en el diario de a bordo de las naves espaciales o los mensajes transmitidos a través de hologramas.
Sin embargo, obrando así nos estamos perdiendo una oportunidad única de ahondar en la mente de nuestros personajes y conocer sus anhelos y sentimientos sin necesidad de que sea un narrador omnisciente quien nos ponga en conocimiento de los mismos.
Incluyendo cartas y poemas de forma habitual en nuestras novelas, no solo podríamos revelar información adicional al lector, sino dar a conocer más íntimamente a nuestros personajes, pues de todos es sabido que la poesía es el lenguaje del corazón. Y por ende, de las emociones humanas.
El poder de la naturaleza
Algo muy característico en la literatura asiática es la inclusión de la naturaleza como un elemento integrado dentro de la cotidianidad.
Como ya vimos en la reseña de Japón Especulativo, la sociedad nipona ha dado desde siempre mucha importancia a los entornos naturales, que además (sobre todo antes de la implantación del calendario cristiano) marcaban el calendario y las festividades.
El cambio de estación hila la evolución de la relación de los amantes |
Así, el ritmo narrativo del Diario de la Dama Izumi, está marcado por los cambios de estación y las fiestas que a ellas se asocian. Esto queda reflejado tanto en los poemas que intercambian la dama y el príncipe, como en los fragmentos narrados que se intercalan entre verso y verso, así como en la evolución de la relación de los amantes.
Utilizar descripciones climáticas para iniciar un capítulo o historia es una práctica tan usual como poco apreciada por los manuales de escritura. La mayoría de ellos, recuerdan al escritor que está componiendo historias, no partes meteorológicos, y que al lector poco le importa el tiempo que haga.
Sin embargo, me gustaría romper una lanza a favor del uso del paisaje y la climatología en la creación de historias, pues los entornos naturales y los cambios de tiempo pueden ser una excelente forma de crear ambientes que extrapolen más allá de nuestros personajes los sentimientos que los embargan.
Entre los escritores del Romanticismo era usual utilizar la naturaleza y el clima como forma de crear atmósferas que se adecuasen al ritmo narrativo. Así, una escena sucedida en un día de intensa lluvia evocaba en el lector la melancolía y la tristeza de los personajes.
La fuerza del malentendido
En ocasiones, crear conflictos realistas en nuestras historias nos resulta una tarea harto complicada. Todo parece artificioso a nuestros ojos. Y eso que acabar metido en un marrón es algo relativamente sencillo en la vida real.
También en el Diario encontramos varias escenas en las cuales una mala interpretación de ciertas situaciones por parte de uno los amantes acaba derivando en un conflicto entre ambos.
Algunos de estos conflictos tienen lugar cuando las palabras del otro no son entendidas o cuando una situación (habitualmente fruto de la casualidad) es vista por el otro como agraviosa.
En un ambiente tan cerrado, cualquier gesto podía ser malinterpretado |
Por ejemplo, en las primeras páginas de la historia, el príncipe Atsumichi visita a Izumi en su residencia. Pero al llegar, ve un palanquín en la puerta y de inmediato interpreta que su amada está pasando tiempo con otro hombre. Así, el príncipe ofendido se marcha. Y en realidad, lo que ocurría es que una de las hermanas de Izumi tenía visita esa noche.
Sustentar los conflictos de nuestros personajes en malentendidos es una forma de dotarlos de realismo. Y, al mismos tiempo, generar congoja en el lector, pues solo él será testigo de los hechos y sufrirá al ver el desacuerdo de los personajes.
A fin de cuentas, el malentendido (especialmente aquel que nace de la inseguridad y de la voz del corazón) es una realidad por todos conocida. Y es de hecho el aprovecharse de este mal universal lo que hace que los versos de la dama Izumi nos suenen cercanos a pesar de los siglos.
Como veis, los escritores de género tenemos mucho que aprender de Izumi Shikibu y de su obra, cuya lectura recomiendo encarecidamente, ya que además de ser bella y emotiva, es estética y muy relajante.
¡Nos leemos! ^^
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