La literatura es una puerta a otros mundos. Algunos, oníricos, otros artísticos e incluso algunos simbólicos. Y en ocasiones, un libro puede ser las tres cosas.
Así ocurre con Lucificción, la última obra del escritor Lluís Rueda y publicada por Orciny Press. Una novela que se describe a sí misma como aventura luciferina y erudita.
Pero esto, es mucho mejor que os lo cuente en persona su autor, quien ha accedido muy amablemente a dejarse entrevistar para hablarnos de literatura, introducción de referentes en las obras de ficción. Y, por supuesto, también de su último libro.
¡Recibamos con aplausos y candelabros encendidos a Lluís Rueda!
ENTREVISTA A LLUÍS RUEDA
Para quien todavía no te conozca, ¿quién es Lluís Rueda y cómo empezó su andadura en el panorama literario?
Vivo
en Badalona y en la actualidad trabajo de editor con el sello Hermenaute. También llevo alguna década que otra escribiendo sobre
cine fantástico. Tengo publicadas tres novelas, algunos ensayos de
cine y he colaborado en unas pocas antologías como relatista.
También he coordinando alguna.
En la medida de lo posible combino la
edición impartiendo talleres de escritura y dando algún seminario
relacionado con el cine. Mi primera novela, El columpio negro,
se publicó en 2013 y la han seguido dos más hasta la fecha, Paradoja en Renfield Street y la reciente Lucificción.
Me gusta viajar, el arte, la antropología, la mitología y el cine,
por supuesto. Pero muchas cosas más que forman parte de la cara A y
conforman los hits divertidos de vida.
Además de escritor y editor eres un potente activo cultural en el
ámbito del cine fantástico. ¿Cómo influye tu faceta de cinéfilo
en tu labor literaria?
Pues
de manera bastante natural, si por ejemplo hablamos de mi primera
novela que a priori está dentro del género de ciencia ficción,
además de reflejar ya algunas de mis inquietudes literarias como los
umbrales, la obsesión por el tiempo, la dualidad y la fugacidad del
alma humana, era un explícto homenaje a Vértigo (De entre los
muertos) de Alfred Hitchcock que jugaba a disfrazarse de Blade
Runner para que el lector se sintiera estéticamente arropado. De
hecho es Vértigo explicada hacia atrás (un locurón).
Reconozco que
en mi estilo literario ofrezco barandillas para que el tránsito de
la lectura no sea demasiado resbaladizo o incluso impertinente. Paradoja en Renfield Street, por ejemplo, trata sobre viajes
espacio-tiempo y es una carta de amor a ciertos paisajes (como el
escocés), pero se disfraza de crosower entre manidos tópicos
lovacraftianos (sobre los que ironiza) y el cine de aventuras más
clásico, con antihéroes burlones y desencantados, como el agente
literario Edgar Grainger.
Sí, pensar en el lenguaje cinematográfico
me sirve para coquetear con los puntos de vista, las voces narrativas
e intentar llevarlas a un nivel de cierto riesgo, e incluso de
surrealismo y provocación.
Lluís Rueda, autor de Lucificción |
Recientemente has publicado con el sello Orciny Press tu última
novela, Lucificción.
¿Qué puedes decirnos de ella sin destripar demasiado?
Una lectora
me comentó que veía en esta novela un ejercicio sobre el dolor de
la escritura, sobre el sufrimiento que puede conllevar, quizá hay
mucho de ello. La escritora suicida Muriel Trencadissa cruza un
portal a otro mundo peligroso que está compuesto de retazos de su
propia literatura, de un libro inacabado y de personajes que ella
misma ha creado.
Es una idea del Infierno como lugar de redención,
la penitente Trencadissa, culta y refinada, en un mundo bárbaro y
sin reglas. El universo onírico puede ser un limbo de oportunidades
y de crecimiento personal. En Lucificción, nuestra protagonista ha
de lidiar con los elementos de una fantasía oscura y trabajar sus
parcelas para un propósito casi místico, llevar un libro de luz a
un mundo de sombras; así ahondo en los principios del luciferianismo
y de la razón, del sendero de la mano izquierda y de la idea del
intelecto como equilibrio del caos.
Estamos ante una novela que
reivindica la literatura expansiva de Italo Calvino, la nueva carne
de Clive Barker, y las maravillosas fugas estéticas de Álvaro
Cunqueiro. Es una novela dantesca y luciferina que transita la
filosofía de llama negra. Muriel es portadora de la Luz del
intelecto en una idea de Infierno en que el enemigo es una religión
monoteísta (el catolicismo) y sus aliados caballeros alquimistas de
su propia invención. Más allá de la marca transitable de los
humanos perdidos en el limbo de Matenadarán, hallamos Oprobia, el
Hades en el que los demonios están por encima de todo y gobiernan el
caos más allá de nuestras reglas. Un juego muy estimulane para el
lector, espero.
Lo primero que llama la atención de tu última obra es su título.
En una sola palabra evocas al Ángel Caído Lucifer, al martirio de
Cristo (Crucifixión) y a la propia esencia de las historias, la
ficción. ¿Puede preguntarse al respecto de este complejo juego de
palabras?
Sí,
Lucifer está en el eje central del libro como un ser omnipresente y
como decía, la filosofía de la doctrina luciferina está implícita
en todo el relato. Por ejemplo, uno de los caballeros que acompañan
a Muriel en su aventura, Hiram de Kifri, es un soldado yezidi,
religión monoteísta, angélica, que rinde culto al Ángel Pavo
real: Melek Taus, identificado con Lucifer. Es un paladín de los
infiernos al servicio de Su Majestad.
El juego de palabras surgió de
repente, me parece representativo, y permite que con el término
ficción yo pueda pervertir cosas. Por ejemplo, el enemigo de la
función, Pablo (Saulo) de Tarso, fue el ideólogo del cristianismo,
pero en la novela me niego a identificarlo con él de manera
simplista. El cristianismo aglomera muchas corrientes, algunas
heréticas, que merecen todo mi respeto y yo no las quería atacar
indirectamente. Pude hablar de “paulistas” sus seguidores, pero
creo que perdía fuerza y no se entendía. Me ceñí al término
“catolicismo” porque ejemplifica como rama predominante del
cristianismo todo lo que nunca debió ser esa religión: la
decadencia, la pérdida de la esencia de lo divino, el mercadeo de
almas, la mentira hecha a medida, el culto al narcisismo espiritual.
Todo lo que no representa la filosofía del luciferianismo, mi
filosofía.
Quede claro que no tiene nada que ver con el satanismo,
una religión demasiado dependiente de la propia idea del
cristianismo, es su reverso y a menudo se formula como un movimiento
en que la estética y el postureo esconden ideas reaccionarias y un
individualismo estéril. Pero sí, #FuckSaulodeTarso.
Lucificción
transcurre en su mayor parte en un universo propio, una suerte de
limbo dividido en dos regiones: Oprobia y Matenadarán. ¿Puedes
contarnos algo sobre este extraño lugar que se define como Infierno?
Oprobia
ya surgía en un pasaje onírico de Paradoja en Renfield Street y es esencialmente el Hades, un lugar prohibido para los humanos en
el que los “alados” gobiernan el caos (para mí los alados son la
síntesis entre ángeles y demonios, aunque esas definiciones se
basan en la inferioridad humana y una visión reduccionista del bien
y del mal).
Se da el hecho de que tengo conciencia en el sueño desde
joven (sic), y esa es una herramienta genial para la ficción.
Siempre se me han aparecido estos lugares en sueños, y sus paisajes
se han alimentado de mis viajes: todo lo que ves en vida queda
archivado y se amplia al mundo “astral”, pertinentemente
distorsionado y como algo perdurable. Sí, es muy Viajes al otro
mundo: Ciclo de aventuras oniricas de Randolph Carter de H.P. L.,
lo sé.
En Matenadarán (que significa biblioteca en armenio)
propongo un mundo intermedio entre el Hades y la realidad. Un limbo
que nos pone a prueba y nos permite progresar en la medida de
nuestras capacidades, pero también es un lugar árido, desértico y
duro, que me inspiró un viaje por Anatolia. De ahí esos caravasares
que cito, que se dirían extraidos de la Ruta de la Seda, otro
maravilloso paisaje de tránsito, de intercambio. Muriel tiene que
empezar de nuevo en un mundo primitivo, sin lujos ni atajos, y todo
recién llegado debe guardar una cuarentena hasta que queda
descontaminado del mundo egoísta y retorcido que supone la Tierra.
Es normal sentir curiosidad ante un espacio desconocido. De hecho,
este es el principal motor que impulsa a la protagonista a cruzar el
umbral y llegar a ese mundo extraño. Pero ya volveremos a las
puertas más adelante. Quedémonos ahora con Muriel Trencadissa.
¿Quién es esta singular mujer que es llamada a combatir a Saulo de
Tarso?
Muriel es una mujer de intelecto privilegiado, posibilidades
ilimitadas y mucho carácter que se ve condenada en vida tanto por su
experiencia existencial como por su difícil relación con ciertos
convencionalismos. Un genial bichito raro, gótica, estilosa, arcano
de los noventa y trágica sin remedio. Hay algo determinante y
doloroso en su vida, que no se puede revelar, que la arrastra al
ocaso sin remedio. No es una heroína al uso, es una figura oscura,
un trago de vino añejo, una canción de Mark Lanegan.
Creo que queda
perfectamente definida en el primer capítulo, su paranoia y su
fragilidad, pero también su fuerza y su luz. Muriel es todo lo que
no es Saulo de Tarso: es la verdad, la honestidad y la sinceridad
brutal. Siempre he creído que se me dan mejor los personajes
femeninos o transgénero que los hombres. La lista de protagonistas
es larga: Arizona Risso, Minnie, Katsina y la muñeca robot Ah-Sung
(El Columpio Negro), Sarah Avelling y la boxeadora Nathaniel
Hawthorne (Paradoja en Renfield Street), etc..
Por suerte para ella, Muriel no estará sola en su aventura. La
acompañarán personajes que son a la vez históricos y fantásticos.
¿Quién son estos singulares compañeros? ¿Cuánto hay de
verídico/histórico en ellos? ¿Cómo es posible que la historia y
la ficción se cortejen en una historia?
Jacob Bruce e Hiram de
Kifri.
Jacob
Bruce fue un personaje histórico, un alquimista en la corte de Pedro
el Grande que creaba artilugios y pócimas en la Torre Sukurow
(recuperada para la novela). por lo visto Jacob se hacía acompañar
por un humúnculo de creación propia. En mi ideario ese ser es el
caballero Hiram de Kifri, que como “El vizconde demediado” de
Calvino sufrió un accidente trágico y tuvo que ser reconstruido
como una suerte de ciborg primitivo (reconozco que es un guiño muy
steam llevado a mi terreno).
Bajo las órdenes del príncipe Sitri
del blasón del Cuervo se encargan de mantener cierto orden en
Matenadarán. En la misión de trasladar un libro de luz desde el
Costurero (portal al mundo de los muertos) hasta una ciudad
biblioteca que es la embajada del Hades (Oprobia) en Matenadarán.
Se
da, al principio lo apuntaba, que estos personajes son los
protagonistas de una novela inacabada de Muriel Trencadissa. Es
decir, en parte son su invención y en parte tienen un perfil
histórico más o menos alterado por la ficción. Es como si la
escritora protagonista tuviese que aliarse con sus fantasmas en una
suerte de juego de rol macabro e incontrolable, con las reglas por
construir.
Y como hay historia sin antagonistas, en Lucificción
este rol ha sido reservado a Saulo de Tarso, el nombre judío de San
Pablo. En esta historia él es el comandante de las huestes
católicas. Resulta difícil no preguntarse el por qué. ¿Por qué
Saulo?
Antes
me he extendido bastante con su figura. Necesitaba un enemigo que
hiciese contrapunto a la razón, un fanático mentiroso, un tipo
mediocre capaz de catapultar una potente religión y convertirla en
la más influyente del planeta.
Ese es Saulo, imaginé a ese
personaje cuya biografía está llena de claroscuros, como adalid de
los valores opuestos a los alados. Un tipo con afán de imponer a su
Dios en la antesala de los infiernos e instaurar una oligarquía
religiosa preñada de zombis católicos (o “paulistas”). Como
entenderás no podía permitir que eso ocurriese en Matenadarán.
Fíjate que de Saulo se cree que fue el verdadero instigador del gran
incendio de Roma en el 64 d. C., y puede que la actuación del
emperador Nerón durante esos acontecimientos fuese coyuntural. Dada
la filosofía (arriba expuesta) de este extraño libro grimdark, su
figura ambigua me viene perfecta. #FuckSaulodeTArso
Una última pregunta sobre los personajes antes de adentrarnos en
aspectos más densos. Una algo comprometida. ¿Cuál de ellos tiene
más de Lluís Rueda? ¿Y cuál de ellos menos?
Pues
creo que Muriel es muy como yo me siento, entre irónica y patética,
entre comprometida e iluminada. No aspiro a ser el héroe Hiram de
Kifri, ni el taimado y práctico Jacob Bruce, ni mucho menos un alado
cuya carga de divinidad y nobleza es para todos inabarcable. Otro
personaje con el que me identifico bastante y aparece de manera
puntual al principio de la novela es Osvald Jesper, ese tipo con
maletín pesado que proviene del Sindicato de la Pervivencia y lleva
una eternidad vagando por mundos irreales. Me encanta ese personaje
del Costurero, mataría o me mataría por ser como él: ver todo lo
que ha visto, saber todo lo que sabe.
Pasemos a la carga simbólica. En su sinopsis, Lucificción
se define como una novela luciferina. Para quien sea profano en el
tema, ¿qué significado tiene ese adjetivo? ¿Qué es una historia
luciferina?
El luciferianismo es una doctrina esotérica y gnóstica, filosófica en el caso de las órdenes secretas y en otros casos, religiosa como en algunas religiones minoritarias de la actualidad, que gira en torno a la figura del dios romano Lucifer, que a su vez es considerado como el ser portador de la Luz del intelecto.
Me acojo a la doctrina
esotérica. Lucificción es una novela tramada y desarrollada como
una ceremonia ritual de principio a fin. Lucifer como deidad o como
arquetipo, es una representación del último conocimiento y
exploración: el salvador de la humanidad y una inspiración para el
crecimiento personal. De acuerdo, es una novela divertida, muy
fantasía oscura y con un ritmo disfrutable y personajes icónicos,
pero el trabajo complicado es como integra todas las tesis teosóficas
y cumple al cien por cien la mecánica iniciática, a la manera de,
por ejemplo, Rosa alquímica de William Butler Yeats.
Si de algo pueden darse cuenta los lectores de Lucificción
es de su potente simbolismo. Desde la dualidad oscuridad-luz a los
personajes. Cada escena se ha creado de un modo muy premeditado para
dibujar una imagen muy concreta. ¿Qué implica algo así para el
autor?
Por
ejemplo, la basílica invertida en que cae Muriel en cierto pasaje,
es un lugar que siempre se me ha aparecido en sueños como una señal
aterradora, un umbral sin regreso y cuya llave es solo de ida. Me
encanta que mi editor Hugo Camacho viese bonita la idea de jugar con
la basílica invertida como símbolo potente en una de las primeras
páginas del libro. Ya invita al peligro, al tránsito, a la
subversión de los elementos y la ingravidez a la que deseo someter
al lector.
Pues lo que implica es esencialmente que no puedo hacer
libros como rosquillas y que para mis novelas, sean de 200 páginas o
de 500 necesito mínimo año y medio. Ahora he acabado de escribir un
ensayo y he tardado unos ocho meses, debido a mi manera puntillosa de
hilvanar la ficción requiero de más tiempo. Tengo muy en cuenta en
la planificación localizaciones de viajes (soy un viajero
vampírico), cuadros que me gustan (lo pictórico es importante) y
sobretodo planifico mucho los detalles: mucho más que la estructura,
que al final va siempre un poco interiorizada previamente.
A mis
alumnos del taller de escritura, que no sé si llevan bien mis
métodos psicodélicos (risas), siempre les recuerdo que lo más
importante, por encima de todo, son los personajes. Los personajes
son el relato, la superficie, el fondo y el trasfondo. Lo demás es
una alquimia relativamente simple si uno tiene paciencia y se
interroga constantemente sobre qué demonios está haciendo. Y en el
fondo supongo que lo que uno escribe refleja su mundo particular de
una manera bastante definida, por eso rehuyo los géneros puros, los
arquetipos manidos y la escritura happy.
Creo que donde un escritor o
escritora puede aprender más es en un museo, formando su mirada y su
sensibilidad como si fuese un deporte de riesgo. Mostrando una
curiosidad salvaje. Leer no sirve de un pimiento si no se acierta con
los libros. Con el cine pasa exactamente lo mismo. Con
esto no quiero parecer un snob, entiendo y disfruto el ocio y el
entretenimiento, pero no es lo único que debe consumir el que aspira
a crear ocio y entretenimiento. El creador debe ir una braza por
delante aunque su libro sea de “autoayuda para tramoyistas”.
Empecemos por los guiños más evidentes: el arte. Es innegable que
tras los pasajes de esta novela hay un gran conocimiento sobre
Historia del Arte. De hecho, algunas piezas son citadas a lo largo de
la narración. ¿A qué responde esta inmersión en el crisol del
arte?
Si
citas un cuadro en un libro y te apoyas en él para desarrollar una
experiencia, te ahorras una descripción y de paso abres una ventana
interesante al lector. Imagino que debe haber por ahí alguien que
escribe genial y habla de coches y motor que da gusto, porque lo
controla y le da una dimensión literaria de diez.
Loup, de Zdzisław Beksiński (o Matenadarán) |
Cada uno encaja
sus pasiones en lo que hace, yo no sé dibujar ni pintar y eso me
hace admirar a los artistas plásticos de un modo que no soy capaz de
definir. Un cuadro de Marx Ernst es para mí más abrumador que diez
páginas escritas. La inmediatez de lo pictórico redimensiona la
literatura, como lo hace el sonido (la música), la necesidad de
describir el tacto o los olores. Todo concepto embriagador es
bienvenido en un festín de ficción. Aclaro, no soy un experto en
Historia del Arte. Me gusta mucho, eso sí. Es una parcela que
también aprecio en una buena dirección de fotografía en una
película. Valoro mucho esos “toques esenciales” durante una
lectura.
El segundo elemento que llama la atención en Lucificción
son los puentes que la conectan con otras historias. Pese a tratarse
de una novela autoconclusiva, no se corta a la hora de vincularse con
otras historias, como Paradoja
en Renfield Street. ¿Conforman
todas tus historias un mismo universo? ¿O estos nexos son cruces de
caminos casuales?
Pues como creo que existe cierta transversalidad en
mi idea de la ficción es algo casi inevitable. Entre Paradoja en
Renfield Street y Lucificción el universo de lo intangible para los
humanos obedece a un idéntico paisaje. Eso me gusta, crea una
complicidad bonita con el lector fiel que se acerca de nuevo al autor
porque sabe que le va a dar mierda de la buena y ya conecta
previamente con sus obsesiones. Pero quiero pensar que es más un
estilo propio que un vaso comunicante puntual.
Me gusta ese rollo:
“voy a leer a J. G. Ballard, Pilar Pedraza o Francisco J. Pérez
porque me conozco su universo y el panteón de atrocidades esá ahí,
me es familiar y me apetece repetir”. Entiendo que eso lo advirtió
también Orciny Press cuando apostó por la novela, y me encanta. Por
cierto, vuelvo a decirlo, estoy entusiasmado con el trabajo de la
editorial y por la rápida conexión con mi loco mundo.
Volvamos, ahora sí, a puentes y umbrales. Pues este es el tercer
elemento simbólico de gran importancia en la historia. A lo largo de
sus 200 páginas, Lucificción
es una constante de cruzar puertas y seguir caminos invisibles. O de
adentrarse en el caos ordenado de un Costurero. ¿Por qué esta
imagen en concreto? ¿Qué tienen los umbrales para convertirse en
enlaces entre mundos?
En
la necrópolis prehistorica Anghelu Ruju de la Cerdeña, los
complejos funerarios subterráneos suelen mostrar una puerta falsa,
un umbral al inframundo que está esculpido en la piedra y solo es
transitable para los espíritus. Observarlas es mágico, maravilloso
y trascendental.
Tanto en lo orínico como en la literatura (que ya
en sí es un portal a la ensoñación) los umbrales marcan el
principio del viaje, el no retorno. Puede tratarse de agujeros
psíquicos, de enclaves no reales, puede ser una puerta dentro de un
cuadro (recordemos la obsesión de Dalí por las ventanas) o, como en
la novela Lucificción, un puente colgante sobre un garganta.
Pont del Diable (Martorell) |
Mira,
desde crío me obsesionaba el “Pont del Diable” de Martorell
(Catalunya), algo hay de eso: cambia la cuenca del Río Llobregat por
el Malebolge (Fosos malditos) de Dante:
“Luego que llegamos al sitio en que aquel peñasco se ahueca por debajo a modo de puente, para dar paso a los condenados”.
La divina comedia. Infierno (Canto décimo octavo).
Pero si los umbrales son un sendero para las almas,
también son puertas para confinar el tiempo y el espacio, para hacer
avanzar un relato hacia madrigueras insondables en las que el orden
de las cosas se pervierte: de eso hay mucho en Paradoja en
Renfield Street también. Las puertas son una innegociable materia
prima a disposición de la literatura fantástica.
Debido a las circunstancias actuales, Lucificción
es una de esas novelas que, al haberse publicado poco antes del
confinamiento, ha quedado en un limbo. Sin embargo, esta
circunstancia pone en valor uno de sus mensajes más importantes: la
esperanza. ¿Por qué elegir el Infierno, un limbo, como tierra
fértil para la esperanza?
Es
un no-lugar con un astro sol femenino que muere, eso es verdad. Pero
un limbo es un limbo, y tiene sus ventajas: menos gente, un modo de
vida sencillo y la prisa que te puede dar la eternidad. Creo que
precisamente ahí está la ironía; el lugar realmente maravilloso es
inalcanzable para un humano y se llama Oprobia (el Hades), está
cerca pero es el paraíso prohibido de John Milton. La novela lleva
un mapa que viene bien para situarnos, por cierto. No, ahora en
serio, creo que lo esperanzador en Lucificción es que alude a lo
único que nos hace mejores, la inteligencia y la razón.
En tiempos
oscuros nos remite a que los grandes problemas colectivos no los
resuelve un Dios todopoderoso, los soluciona el ser humano y su
potencial mágico (porque aunque no sepamos de donde viene ese don,
sabemos que lo poseemos). Creo que en lo que incido claramente es en
que todas nosotras, podemos ser diosas y también monstruos.
Matenaderán le da a Muriel la oportunidad de ser un ser precioso con
objetivos, de hacerle recuperar la pulsión vital que había perdido
y de ponerla a prueba con una misión inesperada.
Y lo más
importante, Lucificción expone sin tapujos que si la muerte es el
fin de todo, si el desenlace de la novela se atasca ahí, el Creador
debe ser un pésimo narrador y cabe entonces reescribir el libro para
enmendar los errores. En serio, el coraje y el talento individual al
servicio de una colectivo preciso hace que las cosas cambien a mejor.
Cuando hacemos cosas importantes trascendemos y burlamos la muerte.
Además, Matenaderán es un frontera, y las fronteras son lugares de
intercambio y oportunidades.
Última pregunta antes de cerrar esta entrevista. ¿Nos das diez
motivos por los cuales no hay que dejarse perder Lucificción?
-
La metaficción puede ser muy divertida.
-
El Infierno es un lugar agradable si se expulsa de él a la gente correcta.
-
El sueño es la sombra de la mentira explicada en voz baja.
-
El Luciferianismo es la filosofía más lógica en tiempos de caos.
-
La fantasía oscura es buen territorio para la ironía.
-
¿Apetece un viaje en coche de caballos de luz?
-
Hora de sincerarse con un alquimista tomando una copa de vino.
-
¿Qué pinta el atractivo corsario Sir Walter Raleigh en este embrollo?
-
La biblioteca de Leabharlann te va a enamorar.
-
La magia de los lumbastiones y el horror de los hébétuds / luz y oscuridad.
Pues muchas gracias a Lluís Rueda por dedicarnos su tiempo y por haber respondido a nuestras preguntas.
Y vosotros, lectores, ya sabéis: si os apetece un redentor viaje a los infiernos, recorrer las sendas ocultas y seguir la llama de la razón, id directos a haceros con Lucificción en la web de Orciny Press (os lo mandan cuando salgamos del covid-limbo).
Y vosotros, lectores, ya sabéis: si os apetece un redentor viaje a los infiernos, recorrer las sendas ocultas y seguir la llama de la razón, id directos a haceros con Lucificción en la web de Orciny Press (os lo mandan cuando salgamos del covid-limbo).
¡Nos leemos! ^^
Molt interessant la entrevista. Fa venir ganes de llegir la novel·la i saber més d'aquest lloc, Matenadarán.
ResponderEliminarLes reflexions sobre Saulo de Tarso donen una visió molt amplia sobre el què i el com.
M'agrada que un llibre pugui resultar incòmode.