Cinco vicios que te delatan como escritor


Porque el mundo del arte está lleno de malas costumbres...

Desde que el hombre es hombre, los escritores, como la mayoría de los artistas, han sido conocidos por darse a toda clase de vicios y placeres moralmente reprobables.

Si tú le pides a alguien que de describa cómo es un escritor, la escena de su cabeza será algo así: un joven tormentado, rodeado de bolitas de papel, con una botella de absenta al lado (a poder ser medio vacía) y garabateando con endiablada caligrafía sobre una hoja tan sucia como el cuartucho donde se encuentra.

Nuestro paradigma de escritor es Obi-Wan Ewan McGregor

¡Ay, la vida del escritor! Alcohol, drogas, sexo poco convencional...

¿Tengo ya vuestra atención?

Perfecto. Porque aquí no vamos a hablar de las parafilias de nadie, porque salvo los exhibicionistas, al resto de mortales no le gusta airear sus placeres íntimos. Lo siento mucho, en este blog solo se habla sobre sexo cuando éste involucra a mariposas ^^

Bueno, para los que no se hayan marchado echando pestes por no traerles contenido de alto voltaje, permitidme que os presente el tema de hoy. Como anunciaba el título, estimados lectores, vamos a tratar sobre los cinco vicios que nos delatan a ojos de los demás como escritores incurables.


1. Pereza


El escritor es vago por naturaleza. La procrastinación lo visita con más asiduidad que una amante candente, para indignación de quienes con él conviven, que lo ven perder las horas sin hacer nada (a su criterio) productivo.

¿Y qué le vamos a hacer?

La mayoría de escritores disfruta divagando en cualquier postura, lugar y momento. Más del 80% del trabajo de un escritor sucede en su cabeza, así que no es de extrañar que se pasen tanto rato mirando las musarañas.


Pues eso, divagando en cualquier postura, lugar y momento =P

En el fondo, esa mirada perdida oculta todo el mundo que se está gestando ahí dentro, con sus conjuras políticas, sus personajes, sus tramas... (Y además da un +10 de atractivo).


2. Egolatría


No hay criatura más pagada de sí misma que un artista, sea del tipo que sea. Tienen más ego que la Puerta de Alcalá (si bien la mayoría se esfuerzan por no caer en la vanagloria y el narcisismo).

Ahora bien, es una egolatría de cartón piedra, que puede venirse abajo con pasmosa facilidad. Basta un pequeño comentario para destrozarlo.

Con todo, lo peor de este amor propio (y al propio trabajo) es ese vicio irrefrenable de hablarle a cualquiera, y con cualquier pretexto, sobre lo maravillosa que será su próxima novela o lo mucho que les va a gustar tal personaje.

Yo creo que si ponen a hablar a una madre primeriza sobre su hijo y a un escritor sobre su retoño, gana este último por goleada.

Y es que no se puede evitar: pasa el escritor tanto tiempo solo, que en cuanto ve a otro ser humano tiene que comunicarse. ¿Y de qué habla? Pues de aquello que conoce más: su mundo.



3. Lascivia


A los escritores les va todo: fantasía, terror, romántica, histórica, ensayo, teatro, poesía, narrativa... Muy pocos son fieles a un solo género y formato.

En la naturaleza del escritor, como en la de todos los artistas, está el deseo de experimentar, probar cosas nuevas y descubrir nuevos horizontes que satisfagan a su siempre hambrienta creatividad.


"Que no insistas, que ahora me lo quiero montar con un microrelato"

El límite es su imaginación, y no dudan en superarlo cada poco tiempo, aún cuando eso supone sufrir por tener que amoldarse a algo nuevo y desconocido. 

Pero no les importa, aún podría decirse que disfrutan con ese sinvivir (si es que, además de unos sádicos con sus personajes, los escritores son masoquistas natos).

Y no contentos con llevar esa vida de libertinaje literario, a muchos les agrada compartir estos placeres con otros miembros del gremio, y no le hacen ascos a la escritura a cuatro, seis u doce manos (menudas orgías de tinta... XD).



4. Avaricia



Porque además de lascivos, los escritores son unos codiciosos que jamás tienen bastante. La acaparación es el resultado natural del insaciable talante de cualquier escritor.

Acumulan libretas enteras de anotaciones, con frases ingeniosas, párrafos de historias que jamás verán la luz... Un verdadero cajón de sastre donde solo el propietario es capaz de moverse sin perder el norte.


"Ay demonios, ¿dónde dejé las notas de octubre?"

Pero nunca es suficiente, y ese caos de notas manuscritas crece casi a diario, nutriéndose de casi cualquier cosa. La inspiración está por todas partes, y cualquier cosa que un escritor oiga, diga o reflexione puede convertirse en material para sus futuras historias.

A la larga, y por mucho que les duela a estas sufridas víctimas del Síndrome de Diógenes Inspiracional, la mayor parte de estas ideas no llegará a ningún sitio. Con todo, la necesidad de anotarlas es irrefrenable para cualquier escritor.



5. Envidia


Quinto y último gran vicio del escritor: rajar de otros. A los juntaletras de verdad basta con ponerlos frente a una buena cerveza para que empiecen a echar pestes de otros miembros del gremio (sobretodo los que gozan de gran éxito).

"A ver si acaba de una vez la trilogía, que yo llevo ya cinco libros publicados desde que sacó el último".

"¿Y esa es la escena más épica jamás escrita? Bah, pero si son cinco páginas de muermo continuo".

¿Qué los empuja a ese odio irracional? Pues una mezcla de envidia por los éxitos ajenos, sumada a un fuerte y persistente sentimiento de injusticia, ya que su ego les hace creer que son mucho más merecedores de tales honores que el blanco de su odio.

Es, como diría un profesor mío al que detesto con todo mi corazón, una reproducción fidedigna de la cascada del desprecio, donde el de arriba (escrito de bestsellers internacional) mira con odio al del escalón inferior (escritor nacional), y este a su vez dirige el odio hacia el escalón inferior (autopublicados).


Sobran las palabras ^^'

Como veis, la vieja historia de "amor" entre Góngora y Quevedo se sigue repitiendo hoy en día entre los escritores como un odioso tópico.

Por suerte, Gabriella Campbell dijo que esta envidia podía usarse como motor creativo, y de este odio al prójimo han nacido grandes novelas cuyo único fin en un principio fue existir para ser estrelladas en las augustas narices del blanco de odio de su autor.



Estos son, según mi criterio, los cinco terribles vicios que todos los escritores comparten (al margen de la obsesión por la cerveza, el dejarse barba o el acaparar gatos).

Y si bien son incurables en la mayoría de los casos, también es cierto que sin ellos escribir no sería lo mismo. Son, por decirlo de un modo poético, la cadena que arrastran todos los que se someten al amo cruel que es la escritura.

¿Y vosotros, mis lectores, de cuál de todos estos vicios pecáis con más asiduidad?


¡Nos leemos! ^^

11 comentarios:

  1. Bueno, en mi caso, lascivia por todos lados. Leo de todo, así que es difícil para mí quedarme con un solo sugénero :/ A menos, claro, que los cuentos se consideren como tales :P Avaricia también, soy una acumuladora de ideas y contando, lamentablemente, no puedo dedicarle todo el tiempo que quisiera...

    Y es probable que peque también de egolatría y envidia, aunque no lo admita y trato de ejercitarme en la humildad. Pero convengamos en que, con algunas de las cosas que se publican hoy en día, se complica un poco :PPP

    El artículo de la envidia es excelente, ya lo había leído en su momento. Encontré algunas autoras en Wattpad que escriben tan bien que me hicieron pensar: "Mierda, tengo que practicar más, me estoy estancando!"

    La pereza me sobra por todos lados, pero no para escribir, sino para lavar los platos, hacer las compras y planchar :P Lo bueno es que, muchas veces, ocuparme de la casa me ayudó a resolver cuestiones narrativas jejeje

    Muy buena entrada, ¡saludos!

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    1. Ay, qué buenas ideas nos dan las tareas mecánicas, que nos permiten divagar mientras ponemos orden en nuestras casas XD

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  2. Me río porque en muchas cosas tienes razón y me veo identificado.
    Soy perezoso y desde luego flirteo con varios géneros, eso ni se duda.
    Por suerte, la envidia no va conmigo. Y menos mal, porque si no estaría muy envidioso de este artículo tan chulo jajaja
    ¡Un abrazo!

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    1. Ay, muchas gracias ^^

      La verdad es que todos acabamos pecando de uno (o de todos) estos pequeños vicios. Debe entrar en el pack de la escritura ^^'

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  3. Gran articulo. En mi caso peco de todos menos de egolatra. Soy demasiado bueno para eso XD

    Realmente me siento muy identificado en todo. Me cuesta horrores hacer algo que no sea peocastinar, tengo decenas de libretas con notas, relatos, poemas, y de una gran variedad de géneros. Y la envidia... ¿que sería del escritor sin ella?

    Un saludo.

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    1. Celebro que te haya gustado, la verdad es que de estos vicios (casi) ningún escritor escapa. Debe ser genético =P

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  4. También cumplo el de beber cerveza, estoy perdida XD Me he reído mucho con esta entrada, con las mariposas y con la explicación de los vicios. El escritor es pecador por naturaleza ^^' Y la procrastinación su perdición. ¡Gran artículo!

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  5. Que talento, que talento y que sabias palabras, con esto no solo describes el alma de un escritor sino toda su esencia!

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  6. Muy bueno. Aunque en alguno no me veo reflejada, pero en la mayoría, sí... jajajaja

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    1. Con el tiempo loa acabas desarrollando todos, así que no te preocupes ;)

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  7. ¡Hola! Me encantó la entrada, me sentí tan identificada que no podía parar de asentir y sonreír mientras leía.

    ¡Un abrazo!

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