Cosas que pasaban en la Edad Moderna: Corsarismo


Hoy vamos a hablar sobre un tema que la novela romántica ha idealizado y que, sin embargo, se ve retratado muy pocas veces en la ficción no histórica.

Entre otras cosas, porque han quedado eclipsados por sus vecinos de profesión. Y es que vosotros sois mucho de piratas, pero a los corsarios ni los miráis...


¿Qué es un corsario?

Antes de entrar en materia conviene dejar las cosas claras. Corsario y pirata no son exactamente sinónimos. Describen prácticas y actividades distintas. Por lo tanto, no los uséis como equivalentes.

La piratería es una actividad ilegal que consiste en abordar y robar los bienes de otra nave. Algo así como bandolerismo acuático. Por lo tanto, quienes la practican son considerados delincuentes. Así que se les persigue y castiga.

Los piratas son autónomos del latrocinio. Roban por y para ellos, sin responder ante nadie. Freelance absolutos, aunque eso les lleve a la horca muchas veces.

El corsarismo en cambio es una actividad legal que consiste en abordar y robar los bienes de otra nave. ¿Dónde está el matiz? Pues en que el corso está regulado y amparado por los poderes estatales. En la Edad Moderna, por las monarquías.

Un corsario es pues un caballero (la mujer no existe hasta el siglo XX, ya sabéis) que goza de permiso y ampara legal expedida por la monarquía para robar y asaltar a otras naves. A poder ser, naves extranjeras.



Una delgada línea

Ya puede adivinarse que entre piratas y corsarios solo hay una fina y delicada línea de separación. El matiz justo entre ser funcionario real o un ladrón de mar.

Esto provoca que a menudo se les confunda. Y es que en realidad, un corsario de otro país es para los nativos un sucio pirata de mierda. En Europa por ejemplo tenemos el caso de Sir Francis Drake, que era corsario británico y un hijo de mil padres para la monarquía española.

Patente de corso de Carlos III de España (s. XVIII)

Mirad esto de los matices como una oportunidad para crear conflictos. Pues como habréis adivinado, piratas y corsarios se miran mútuamente con animadversión.

Para el corsario, el pirata es una pieza a cazar en nombre de su señor. Para los piratas, un corsario es una espada a sueldo, un soldado sin pedigrí. Y como entremos ya en temas sobre las utopías piratas, los descalificativos podrían subir mucho de tono.

Curiosamente, esta inquina manifiesta no está muy vista. En ficción se ha explotado poco. Lo más parecido a este conflicto lo hallamos representado en la saga Piratas de Caribe.

Sin hacer mucho destripe, en la cuarta entrega el capitán Héctor Barbossa se acaba poniendo al servicio de la corona británica. Esto hace que personajes como Sparrow lo acusen de ser un vendido o un perro a sueldo.

Tampoco es que fueran desencaminadas las acusaciones, todo sea dicho. El corsarismo es una iniciativa particular al servicio del estado. Así que algo de perros de Su Majestad sí que tenían estas buenas gentes.



Funciones del corsario

Entendiendo que el corsario es un agente al servicio del rey, tiene para con el monarca una serie de obligaciones. No es tan libre como un pirata. Gajes de ser un mercenario.

Tomemos por ejemplo el corso mediterráneo. La principal función de las naves corsarias financiadas por la corona española era combatir las razias piráticas musulmanas del norte de África. Una suerte de cruzada vía marítima.


Puede sonar muy bonito, pero lo cierto es que la motivación de muchos de estos corsarios era hacerse de oro capturando berberiscos y vendiéndolos como esclavos.

Sí, sí. Ni por un momento penséis que solo atacaban a malvados piratas infieles. A veces viajaban con sus bergantines a las costas norafricanas para capturar a pobres pescadores que luego vendían. O intercambiaban por presos cristianos.



No lo digo yo, me avalan expertos en la materia (clic para ampliar)

Como lo leéis: los muy desaprensivos se ofrecían a rescatar cristianos cobrando por ellos un rescate inferior al solicitado por los captores berberiscos. Prácticas piráticas sobre los propios piratas... u_u


Aunque claro, esa no era la única actividad para la cual se les otorgaba una patente de corso. Tenían más funciones. Por ejemplo, una cesión legítima del ejercicio de la violencia para poder realizar acciones de carácter militar

Los corsarios velaban pues por la expansión territorial de la corona cargando contra naves extranjeras. Y es que el mar es un territorio muy jugoso. Si se quiere controlar y dominar comercialmente hay que hundir a la competencia. A veces de forma literal y a cañonazos ;)

También era habitual que los corsarios trabajasen en el extranjero para beneficiar al rey al cual sirvieran. El ya mencionado Drake realizó expediciones a las Indias para para conseguir nuevos enclaves o puertos seguros.

El corso era una forma de promoción social. En la película esto
se refleja a través del cambio de vestuario de Barbossa

Si recuperamos el ejemplo de Barbossa, vemos cómo el corsario opera en las colonias como agente británico. En este caso, vela por los intereses de la monarquía tratando de conseguir en nombre del rey Jorge un tesoro de importante valor antes de que otras potencias europeas lo hallen.

¿Son entonces los corsarios parte del ejército? Pues no del todo. Siguen siendo agentes libres cuya labor principal es ejercer la depredación marítima y darle a la monarquía la parte establecida de sus capturas.

Aunque esta libertad a veces se rompe un poco. En algunos casos, los corsarios eran requeridos para participar en empresas bélicas regulares. A veces por libre, otras integrados como parte de la flota.

Y sí, podían negarse. O escaquearse arguyendo que tenían los barcos "indispuestos". Excusas baratas ante las que la corona utilizaba la democrática vía del embargo para quedarse con el barco. Secuestro de barcos privados para fines públicos.

En resumen pues, siendo muy generalistas, atendiendo a estas características a los corsarios se les puede considerar una unidad militar externa a la estructura de la Armada *cof, cof, mercenarios*



Vender el corsarismo como opción 

Pero para que haya corsarios tienen que existir particulares con ganas de ejercer el oficio. Los señores que practican el corsarismo no crecen de los árboles. Son voluntarios.

Recordemos que la monarquía carecía de los suficientes recursos públicos. De modo que introducir naves privadas armadas en corso suponía un extra al que nadie estaba dispuesto a renunciar.

Con el fin de agenciarse al mayor número posible entre sus filas, la monarquía estimuló interesantes campañas de captación basadas en dos ejes principales.


a) La Guerra Santa

En el Mediterráneo, la más importante de ellas fue vender el corsarismo como un acto de responsabilidad. Se presentó al corso como un acto legítimo de lucha contra el infiel. En este caso, piratas musulmanes que campaban y asaltaban las costas.

¿Quién no quiere ser un héroe defensor de su tierra? Es un mensaje directo al corazón. Y caló hondo.

De hecho, se documentan casos de pueblos costeros que se organizaron para fletar sus propias naves al servicio de la corona para ejercer el corsarismo.

Otra cosa es que luego, en lugar de musulmanes, acabases viéndotelas con franceses o ingleses. Pero mira, cosas que pasan. Eso también es heroísmo patrio.


b) Privilegios y prestaciones

Para hacer más interesante la idea de lanzarse al mar a arriesgar la vida abordando barcos, la monarquía ofrecía a los interesados una serie de ventajas.

Por destacar alguna, ejercer el corsarismo permitía a las villas o usuarios que así lo hicieran librarse del servicio de levas y quintas. O del alojamiento de tropas.

Claro, mucho mejor acabar en este caos que tener soldados en casa...

Aquí veo yo un interesante gol por la escuadra de la corona. ¿De qué te sirve librarte de acoger tropas o de ser reclutado si ya acabas tú ofreciéndote voluntario a ser activo militar como corsario?

Algún día le preguntaré a mi experto en corsarismo de confianza. De momento os dejo a vosotros el apunte, que podría bien serviros para una trama conflictiva.

Y ya que estoy os enlazo un artículo muy interesante y breve del citado experto para que exploréis un poco más el corso en el Mediterráneo.

Después de poner a parir a su venerado objeto de estudio, lo mínimo es darle el reconocimiento, ¿no? 



¿Y en las novelas qué pasa?

No me gustaría cerrar sin antes mencionar al único caso de corsarismo que he podido encontrar en la literatura de género. Así que si alguno de vosotros tiene noticia de otros  ejemplos, que los comparta en comentarios.

Como llevo reiterando desde el principio, en las novelas apenas si hay corsarios. Piratas a patadas, pero corsarios...

Tanto es así que el único referente que podría encajar en este modelo son Euron y Victarion Greyjoy, de Canción de Hielo y Fuego.

Sí, puedes follarte a tu corsario. Pero eso está al margen de la patente

Ambos son piratas confesos, dado que su familia se dedica a atacar las costas de Poniente desde hace generaciones. Sin embargo, en el momento en que deciden poner sus barcos y recursos al servicio de la monarquía (Cersei y Daenerys), pasan a convertirse en corsarios con licencia.

En el caso de Euron Greyjoy es aún más evidente en la serie de HBO. A cambio de sus barcos, Cersei llega a un trato con el pirata. Uno peliculero, exagerado y ajeno a las patentes de corso históricas, pero bueno.

La cosa es que, a partir de ese momento, Greyjoy y sus naves se convierten en un activo de la corona, una pieza más del ejército de Cersei. Sería, por lo tanto, un corsario aunque el término jamás se use. Habrá que esperar a ver si George R. R. Martin lo utiliza o no en las novelas...



Como veis, ancho es el mar y mucho queda por decir sobre los corsarios. No os sintáis atrapados por el romanticismo pirático. Explorad el corsarismo, que da aún más juego por ser poco explotado.

Además, una cosita os digo: si os va el grimdark, no hallaréis nada de peor catadura moral que un mercenario de la depredación marítima al servicio del poder.



¡Nos leemos! ^^


Bibliografía


Ferré, David. Moscoso, Raül. «Por el beneficio... Y el Real Servicio: El corso hispano en la estrategia mediterránea de Felipe V». En Drassana: revista del Museu Marítim, nº27 (p.44-54). Barcelona, 2019.


Moscoso González, Raül. «Corsarios en el Mediterráneo occidental. La actividad corsaria del Principado de Cataluña durante la primera mitad del reinado de Felipe IV (1621-1640)».En Drassana: revista del Museu Marítim, nº26 (p. 41-54). Barcelona, 2018.

Otero Lana, Enrique. Los corsarios españoles durante la decadencia de los Áustrias: el corso español en el atlántico peninsular en el siglo XVII (1621 - 1697). Madrid, 1999.


Ruiz Ibáñez, José Javier. Montojo, Vicente. Entre el lucro y la defensa. Las relaciones entre la monarquía y la sociedad mercantil cartagenera. Comerciantes y corsarios en el siglo XVII. Murcia, 1998.



3 comentarios:

  1. Artículo muy chulo, aunque hay que matizar una cosa importante: mientras que los piratas pueden atacar a cualquiera y en cualquier momento (incluso a compatriotas suyos), con los corsarios no pasa igual. Estos últimos no pueden asaltar naves con su propio pabellón y solo podrán atacar a las de otras naciones si su país está en guerra con ellas (o bajo situaciones muy concretas, como en el caso de estar sirviendo como guardacostas en tiempos de paz para enfrentarse a delincuentes extranjeros).

    Pero vamos, que muy buen artículo y, efectivamente, sería muy interesante ver más corsarios en la ficción.

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  2. Muy bien explicado. En efecto, muchos al escuchar ambos han llegado a creer que pirata y corsario vienen siendo lo mismo.

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  3. ¡Gran artículo! Por cierto, un caso muy notable es el de Jayredín Barbarroja, marinero turco (hijo de renegados griegos) que empezó su carrera como pirata, luego pasó a ser corsario al servicio del sultán Selim I para finalmente devenir almirante de la armada otomana y miembro del Diván con Solimán el Magnífico. Ahí es nada.

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