Entrevista a Lluís Rueda


La literatura es una puerta a otros mundos. Algunos, oníricos, otros artísticos e incluso algunos simbólicos. Y en ocasiones, un libro puede ser las tres cosas.

Así ocurre con Lucificción, la última obra del escritor Lluís Rueda y publicada por Orciny Press. Una novela que se describe a sí misma como aventura luciferina y erudita.

Pero esto, es mucho mejor que os lo cuente en persona su autor, quien ha accedido muy amablemente a dejarse entrevistar para hablarnos de literatura, introducción de referentes en las obras de ficción. Y, por supuesto, también de su último libro.

¡Recibamos con aplausos y candelabros encendidos a Lluís Rueda!


 ENTREVISTA A LLUÍS RUEDA 

Para quien todavía no te conozca, ¿quién es Lluís Rueda y cómo empezó su andadura en el panorama literario?

Vivo en Badalona y en la actualidad trabajo de editor con el sello Hermenaute. También llevo alguna década que otra escribiendo sobre cine fantástico. Tengo publicadas tres novelas, algunos ensayos de cine y he colaborado en unas pocas antologías como relatista. También he coordinando alguna. 

En la medida de lo posible combino la edición impartiendo talleres de escritura y dando algún seminario relacionado con el cine. Mi primera novela, El columpio negro, se publicó en 2013 y la han seguido dos más hasta la fecha, Paradoja en Renfield Street y la reciente Lucificción. Me gusta viajar, el arte, la antropología, la mitología y el cine, por supuesto. Pero muchas cosas más que forman parte de la cara A y conforman los hits divertidos de vida.


Además de escritor y editor eres un potente activo cultural en el ámbito del cine fantástico. ¿Cómo influye tu faceta de cinéfilo en tu labor literaria?

Pues de manera bastante natural, si por ejemplo hablamos de mi primera novela que a priori está dentro del género de ciencia ficción, además de reflejar ya algunas de mis inquietudes literarias como los umbrales, la obsesión por el tiempo, la dualidad y la fugacidad del alma humana, era un explícto homenaje a Vértigo (De entre los muertos) de Alfred Hitchcock que jugaba a disfrazarse de Blade Runner para que el lector se sintiera estéticamente arropado. De hecho es Vértigo explicada hacia atrás (un locurón). 

Reconozco que en mi estilo literario ofrezco barandillas para que el tránsito de la lectura no sea demasiado resbaladizo o incluso impertinente. Paradoja en Renfield Street, por ejemplo, trata sobre viajes espacio-tiempo y es una carta de amor a ciertos paisajes (como el escocés), pero se disfraza de crosower entre manidos tópicos lovacraftianos (sobre los que ironiza) y el cine de aventuras más clásico, con antihéroes burlones y desencantados, como el agente literario Edgar Grainger. 

Sí, pensar en el lenguaje cinematográfico me sirve para coquetear con los puntos de vista, las voces narrativas e intentar llevarlas a un nivel de cierto riesgo, e incluso de surrealismo y provocación.

Lluís Rueda, autor de Lucificción


Recientemente has publicado con el sello Orciny Press tu última novela, Lucificción. ¿Qué puedes decirnos de ella sin destripar demasiado? 

Una lectora me comentó que veía en esta novela un ejercicio sobre el dolor de la escritura, sobre el sufrimiento que puede conllevar, quizá hay mucho de ello. La escritora suicida Muriel Trencadissa cruza un portal a otro mundo peligroso que está compuesto de retazos de su propia literatura, de un libro inacabado y de personajes que ella misma ha creado. 

Es una idea del Infierno como lugar de redención, la penitente Trencadissa, culta y refinada, en un mundo bárbaro y sin reglas. El universo onírico puede ser un limbo de oportunidades y de crecimiento personal. En Lucificción, nuestra protagonista ha de lidiar con los elementos de una fantasía oscura y trabajar sus parcelas para un propósito casi místico, llevar un libro de luz a un mundo de sombras; así ahondo en los principios del luciferianismo y de la razón, del sendero de la mano izquierda y de la idea del intelecto como equilibrio del caos

Estamos ante una novela que reivindica la literatura expansiva de Italo Calvino, la nueva carne de Clive Barker, y las maravillosas fugas estéticas de Álvaro Cunqueiro. Es una novela dantesca y luciferina que transita la filosofía de llama negra. Muriel es portadora de la Luz del intelecto en una idea de Infierno en que el enemigo es una religión monoteísta (el catolicismo) y sus aliados caballeros alquimistas de su propia invención. Más allá de la marca transitable de los humanos perdidos en el limbo de Matenadarán, hallamos Oprobia, el Hades en el que los demonios están por encima de todo y gobiernan el caos más allá de nuestras reglas. Un juego muy estimulane para el lector, espero.



Lo primero que llama la atención de tu última obra es su título. En una sola palabra evocas al Ángel Caído Lucifer, al martirio de Cristo (Crucifixión) y a la propia esencia de las historias, la ficción. ¿Puede preguntarse al respecto de este complejo juego de palabras?

Sí, Lucifer está en el eje central del libro como un ser omnipresente y como decía, la filosofía de la doctrina luciferina está implícita en todo el relato. Por ejemplo, uno de los caballeros que acompañan a Muriel en su aventura, Hiram de Kifri, es un soldado yezidi, religión monoteísta, angélica, que rinde culto al Ángel Pavo real: Melek Taus, identificado con Lucifer. Es un paladín de los infiernos al servicio de Su Majestad. 


El juego de palabras surgió de repente, me parece representativo, y permite que con el término ficción yo pueda pervertir cosas. Por ejemplo, el enemigo de la función, Pablo (Saulo) de Tarso, fue el ideólogo del cristianismo, pero en la novela me niego a identificarlo con él de manera simplista. El cristianismo aglomera muchas corrientes, algunas heréticas, que merecen todo mi respeto y yo no las quería atacar indirectamente. Pude hablar de “paulistas” sus seguidores, pero creo que perdía fuerza y no se entendía. Me ceñí al término “catolicismo” porque ejemplifica como rama predominante del cristianismo todo lo que nunca debió ser esa religión: la decadencia, la pérdida de la esencia de lo divino, el mercadeo de almas, la mentira hecha a medida, el culto al narcisismo espiritual. Todo lo que no representa la filosofía del luciferianismo, mi filosofía. 

Quede claro que no tiene nada que ver con el satanismo, una religión demasiado dependiente de la propia idea del cristianismo, es su reverso y a menudo se formula como un movimiento en que la estética y el postureo esconden ideas reaccionarias y un individualismo estéril. Pero sí, #FuckSaulodeTarso.


Lucificción transcurre en su mayor parte en un universo propio, una suerte de limbo dividido en dos regiones: Oprobia y Matenadarán. ¿Puedes contarnos algo sobre este extraño lugar que se define como Infierno?

Oprobia ya surgía en un pasaje onírico de Paradoja en Renfield Street y es esencialmente el Hades, un lugar prohibido para los humanos en el que los “alados” gobiernan el caos (para mí los alados son la síntesis entre ángeles y demonios, aunque esas definiciones se basan en la inferioridad humana y una visión reduccionista del bien y del mal). 

Se da el hecho de que tengo conciencia en el sueño desde joven (sic), y esa es una herramienta genial para la ficción. Siempre se me han aparecido estos lugares en sueños, y sus paisajes se han alimentado de mis viajes: todo lo que ves en vida queda archivado y se amplia al mundo “astral”, pertinentemente distorsionado y como algo perdurable. Sí, es muy Viajes al otro mundo: Ciclo de aventuras oniricas de Randolph Carter de H.P. L., lo sé.

En Matenadarán (que significa biblioteca en armenio) propongo un mundo intermedio entre el Hades y la realidad. Un limbo que nos pone a prueba y nos permite progresar en la medida de nuestras capacidades, pero también es un lugar árido, desértico y duro, que me inspiró un viaje por Anatolia. De ahí esos caravasares que cito, que se dirían extraidos de la Ruta de la Seda, otro maravilloso paisaje de tránsito, de intercambio. Muriel tiene que empezar de nuevo en un mundo primitivo, sin lujos ni atajos, y todo recién llegado debe guardar una cuarentena hasta que queda descontaminado del mundo egoísta y retorcido que supone la Tierra.


Es normal sentir curiosidad ante un espacio desconocido. De hecho, este es el principal motor que impulsa a la protagonista a cruzar el umbral y llegar a ese mundo extraño. Pero ya volveremos a las puertas más adelante. Quedémonos ahora con Muriel Trencadissa. ¿Quién es esta singular mujer que es llamada a combatir a Saulo de Tarso? 

Muriel es una mujer de intelecto privilegiado, posibilidades ilimitadas y mucho carácter que se ve condenada en vida tanto por su experiencia existencial como por su difícil relación con ciertos convencionalismos. Un genial bichito raro, gótica, estilosa, arcano de los noventa y trágica sin remedio. Hay algo determinante y doloroso en su vida, que no se puede revelar, que la arrastra al ocaso sin remedio. No es una heroína al uso, es una figura oscura, un trago de vino añejo, una canción de Mark Lanegan. 


Creo que queda perfectamente definida en el primer capítulo, su paranoia y su fragilidad, pero también su fuerza y su luz. Muriel es todo lo que no es Saulo de Tarso: es la verdad, la honestidad y la sinceridad brutal. Siempre he creído que se me dan mejor los personajes femeninos o transgénero que los hombres. La lista de protagonistas es larga: Arizona Risso, Minnie, Katsina y la muñeca robot Ah-Sung (El Columpio Negro), Sarah Avelling y la boxeadora Nathaniel Hawthorne (Paradoja en Renfield Street), etc..


Por suerte para ella, Muriel no estará sola en su aventura. La acompañarán personajes que son a la vez históricos y fantásticos. ¿Quién son estos singulares compañeros? ¿Cuánto hay de verídico/histórico en ellos? ¿Cómo es posible que la historia y la ficción se cortejen en una historia? 

Jacob Bruce e Hiram de Kifri.

Jacob Bruce fue un personaje histórico, un alquimista en la corte de Pedro el Grande que creaba artilugios y pócimas en la Torre Sukurow (recuperada para la novela). por lo visto Jacob se hacía acompañar por un humúnculo de creación propia. En mi ideario ese ser es el caballero Hiram de Kifri, que como “El vizconde demediado” de Calvino sufrió un accidente trágico y tuvo que ser reconstruido como una suerte de ciborg primitivo (reconozco que es un guiño muy steam llevado a mi terreno). 

Bajo las órdenes del príncipe Sitri del blasón del Cuervo se encargan de mantener cierto orden en Matenadarán. En la misión de trasladar un libro de luz desde el Costurero (portal al mundo de los muertos) hasta una ciudad biblioteca que es la embajada del Hades (Oprobia) en Matenadarán. 

Se da, al principio lo apuntaba, que estos personajes son los protagonistas de una novela inacabada de Muriel Trencadissa. Es decir, en parte son su invención y en parte tienen un perfil histórico más o menos alterado por la ficción. Es como si la escritora protagonista tuviese que aliarse con sus fantasmas en una suerte de juego de rol macabro e incontrolable, con las reglas por construir.


Y como hay historia sin antagonistas, en Lucificción este rol ha sido reservado a Saulo de Tarso, el nombre judío de San Pablo. En esta historia él es el comandante de las huestes católicas. Resulta difícil no preguntarse el por qué. ¿Por qué Saulo?

Antes me he extendido bastante con su figura. Necesitaba un enemigo que hiciese contrapunto a la razón, un fanático mentiroso, un tipo mediocre capaz de catapultar una potente religión y convertirla en la más influyente del planeta. 

Ese es Saulo, imaginé a ese personaje cuya biografía está llena de claroscuros, como adalid de los valores opuestos a los alados. Un tipo con afán de imponer a su Dios en la antesala de los infiernos e instaurar una oligarquía religiosa preñada de zombis católicos (o “paulistas”). Como entenderás no podía permitir que eso ocurriese en Matenadarán. 

Fíjate que de Saulo se cree que fue el verdadero instigador del gran incendio de Roma en el 64 d. C., y puede que la actuación del emperador Nerón durante esos acontecimientos fuese coyuntural. Dada la filosofía (arriba expuesta) de este extraño libro grimdark, su figura ambigua me viene perfecta. #FuckSaulodeTArso


Una última pregunta sobre los personajes antes de adentrarnos en aspectos más densos. Una algo comprometida. ¿Cuál de ellos tiene más de Lluís Rueda? ¿Y cuál de ellos menos?

Pues creo que Muriel es muy como yo me siento, entre irónica y patética, entre comprometida e iluminada. No aspiro a ser el héroe Hiram de Kifri, ni el taimado y práctico Jacob Bruce, ni mucho menos un alado cuya carga de divinidad y nobleza es para todos inabarcable. Otro personaje con el que me identifico bastante y aparece de manera puntual al principio de la novela es Osvald Jesper, ese tipo con maletín pesado que proviene del Sindicato de la Pervivencia y lleva una eternidad vagando por mundos irreales. Me encanta ese personaje del Costurero, mataría o me mataría por ser como él: ver todo lo que ha visto, saber todo lo que sabe.


Pasemos a la carga simbólica. En su sinopsis, Lucificción se define como una novela luciferina. Para quien sea profano en el tema, ¿qué significado tiene ese adjetivo? ¿Qué es una historia luciferina?

El luciferianismo es una doctrina esotérica y gnóstica, filosófica en el caso de las órdenes secretas y en otros casos, religiosa como en algunas religiones minoritarias de la actualidad, que gira en torno a la figura del dios romano Lucifer, que a su vez es considerado como el ser portador de la Luz del intelecto. 

Me acojo a la doctrina esotérica. Lucificción es una novela tramada y desarrollada como una ceremonia ritual de principio a fin. Lucifer como deidad o como arquetipo, es una representación del último conocimiento y exploración: el salvador de la humanidad y una inspiración para el crecimiento personal. De acuerdo, es una novela divertida, muy fantasía oscura y con un ritmo disfrutable y personajes icónicos, pero el trabajo complicado es como integra todas las tesis teosóficas y cumple al cien por cien la mecánica iniciática, a la manera de, por ejemplo, Rosa alquímica de William Butler Yeats.


Si de algo pueden darse cuenta los lectores de Lucificción es de su potente simbolismo. Desde la dualidad oscuridad-luz a los personajes. Cada escena se ha creado de un modo muy premeditado para dibujar una imagen muy concreta. ¿Qué implica algo así para el autor?

Por ejemplo, la basílica invertida en que cae Muriel en cierto pasaje, es un lugar que siempre se me ha aparecido en sueños como una señal aterradora, un umbral sin regreso y cuya llave es solo de ida. Me encanta que mi editor Hugo Camacho viese bonita la idea de jugar con la basílica invertida como símbolo potente en una de las primeras páginas del libro. Ya invita al peligro, al tránsito, a la subversión de los elementos y la ingravidez a la que deseo someter al lector. 

Pues lo que implica es esencialmente que no puedo hacer libros como rosquillas y que para mis novelas, sean de 200 páginas o de 500 necesito mínimo año y medio. Ahora he acabado de escribir un ensayo y he tardado unos ocho meses, debido a mi manera puntillosa de hilvanar la ficción requiero de más tiempo. Tengo muy en cuenta en la planificación localizaciones de viajes (soy un viajero vampírico), cuadros que me gustan (lo pictórico es importante) y sobretodo planifico mucho los detalles: mucho más que la estructura, que al final va siempre un poco interiorizada previamente. 

A mis alumnos del taller de escritura, que no sé si llevan bien mis métodos psicodélicos (risas), siempre les recuerdo que lo más importante, por encima de todo, son los personajes. Los personajes son el relato, la superficie, el fondo y el trasfondo. Lo demás es una alquimia relativamente simple si uno tiene paciencia y se interroga constantemente sobre qué demonios está haciendo. Y en el fondo supongo que lo que uno escribe refleja su mundo particular de una manera bastante definida, por eso rehuyo los géneros puros, los arquetipos manidos y la escritura happy. 

Creo que donde un escritor o escritora puede aprender más es en un museo, formando su mirada y su sensibilidad como si fuese un deporte de riesgo. Mostrando una curiosidad salvaje. Leer no sirve de un pimiento si no se acierta con los libros. Con el cine pasa exactamente lo mismo. Con esto no quiero parecer un snob, entiendo y disfruto el ocio y el entretenimiento, pero no es lo único que debe consumir el que aspira a crear ocio y entretenimiento. El creador debe ir una braza por delante aunque su libro sea de “autoayuda para tramoyistas”.



Empecemos por los guiños más evidentes: el arte. Es innegable que tras los pasajes de esta novela hay un gran conocimiento sobre Historia del Arte. De hecho, algunas piezas son citadas a lo largo de la narración. ¿A qué responde esta inmersión en el crisol del arte?

Si citas un cuadro en un libro y te apoyas en él para desarrollar una experiencia, te ahorras una descripción y de paso abres una ventana interesante al lector. Imagino que debe haber por ahí alguien que escribe genial y habla de coches y motor que da gusto, porque lo controla y le da una dimensión literaria de diez. 

Loup, de  Zdzisław Beksiński (o Matenadarán)

Cada uno encaja sus pasiones en lo que hace, yo no sé dibujar ni pintar y eso me hace admirar a los artistas plásticos de un modo que no soy capaz de definir. Un cuadro de Marx Ernst es para mí más abrumador que diez páginas escritas. La inmediatez de lo pictórico redimensiona la literatura, como lo hace el sonido (la música), la necesidad de describir el tacto o los olores. Todo concepto embriagador es bienvenido en un festín de ficción. Aclaro, no soy un experto en Historia del Arte. Me gusta mucho, eso sí. Es una parcela que también aprecio en una buena dirección de fotografía en una película. Valoro mucho esos “toques esenciales” durante una lectura.


El segundo elemento que llama la atención en Lucificción son los puentes que la conectan con otras historias. Pese a tratarse de una novela autoconclusiva, no se corta a la hora de vincularse con otras historias, como Paradoja en Renfield Street. ¿Conforman todas tus historias un mismo universo? ¿O estos nexos son cruces de caminos casuales? 

Pues como creo que existe cierta transversalidad en mi idea de la ficción es algo casi inevitable. Entre Paradoja en Renfield Street y Lucificción el universo de lo intangible para los humanos obedece a un idéntico paisaje. Eso me gusta, crea una complicidad bonita con el lector fiel que se acerca de nuevo al autor porque sabe que le va a dar mierda de la buena y ya conecta previamente con sus obsesiones. Pero quiero pensar que es más un estilo propio que un vaso comunicante puntual. 

Me gusta ese rollo: “voy a leer a J. G. Ballard, Pilar Pedraza o Francisco J. Pérez porque me conozco su universo y el panteón de atrocidades esá ahí, me es familiar y me apetece repetir”. Entiendo que eso lo advirtió también Orciny Press cuando apostó por la novela, y me encanta. Por cierto, vuelvo a decirlo, estoy entusiasmado con el trabajo de la editorial y por la rápida conexión con mi loco mundo.


Volvamos, ahora sí, a puentes y umbrales. Pues este es el tercer elemento simbólico de gran importancia en la historia. A lo largo de sus 200 páginas, Lucificción es una constante de cruzar puertas y seguir caminos invisibles. O de adentrarse en el caos ordenado de un Costurero. ¿Por qué esta imagen en concreto? ¿Qué tienen los umbrales para convertirse en enlaces entre mundos?

En la necrópolis prehistorica Anghelu Ruju de la Cerdeña, los complejos funerarios subterráneos suelen mostrar una puerta falsa, un umbral al inframundo que está esculpido en la piedra y solo es transitable para los espíritus. Observarlas es mágico, maravilloso y trascendental. 

Tanto en lo orínico como en la literatura (que ya en sí es un portal a la ensoñación) los umbrales marcan el principio del viaje, el no retorno. Puede tratarse de agujeros psíquicos, de enclaves no reales, puede ser una puerta dentro de un cuadro (recordemos la obsesión de Dalí por las ventanas) o, como en la novela Lucificción, un puente colgante sobre un garganta. 

Pont del Diable (Martorell)

Mira, desde crío me obsesionaba el “Pont del Diable” de Martorell (Catalunya), algo hay de eso: cambia la cuenca del Río Llobregat por el Malebolge (Fosos malditos) de Dante:

 “Luego que llegamos al sitio en que aquel peñasco se ahueca por debajo a modo de puente, para dar paso a los condenados”.
 La divina comedia. Infierno (Canto décimo octavo). 

Pero si los umbrales son un sendero para las almas, también son puertas para confinar el tiempo y el espacio, para hacer avanzar un relato hacia madrigueras insondables en las que el orden de las cosas se pervierte: de eso hay mucho en Paradoja en Renfield Street también. Las puertas son una innegociable materia prima a disposición de la literatura fantástica.


Debido a las circunstancias actuales, Lucificción es una de esas novelas que, al haberse publicado poco antes del confinamiento, ha quedado en un limbo. Sin embargo, esta circunstancia pone en valor uno de sus mensajes más importantes: la esperanza. ¿Por qué elegir el Infierno, un limbo, como tierra fértil para la esperanza?

Es un no-lugar con un astro sol femenino que muere, eso es verdad. Pero un limbo es un limbo, y tiene sus ventajas: menos gente, un modo de vida sencillo y la prisa que te puede dar la eternidad. Creo que precisamente ahí está la ironía; el lugar realmente maravilloso es inalcanzable para un humano y se llama Oprobia (el Hades), está cerca pero es el paraíso prohibido de John Milton. La novela lleva un mapa que viene bien para situarnos, por cierto. No, ahora en serio, creo que lo esperanzador en Lucificción es que alude a lo único que nos hace mejores, la inteligencia y la razón.

En tiempos oscuros nos remite a que los grandes problemas colectivos no los resuelve un Dios todopoderoso, los soluciona el ser humano y su potencial mágico (porque aunque no sepamos de donde viene ese don, sabemos que lo poseemos). Creo que en lo que incido claramente es en que todas nosotras, podemos ser diosas y también monstruos. Matenaderán le da a Muriel la oportunidad de ser un ser precioso con objetivos, de hacerle recuperar la pulsión vital que había perdido y de ponerla a prueba con una misión inesperada. 

Y lo más importante, Lucificción expone sin tapujos que si la muerte es el fin de todo, si el desenlace de la novela se atasca ahí, el Creador debe ser un pésimo narrador y cabe entonces reescribir el libro para enmendar los errores. En serio, el coraje y el talento individual al servicio de una colectivo preciso hace que las cosas cambien a mejor. Cuando hacemos cosas importantes trascendemos y burlamos la muerte. Además, Matenaderán es un frontera, y las fronteras son lugares de intercambio y oportunidades.


Última pregunta antes de cerrar esta entrevista. ¿Nos das diez motivos por los cuales no hay que dejarse perder Lucificción?

  1. La metaficción puede ser muy divertida.
  2. El Infierno es un lugar agradable si se expulsa de él a la gente correcta.
  3. El sueño es la sombra de la mentira explicada en voz baja.
  4. El Luciferianismo es la filosofía más lógica en tiempos de caos.
  5. La fantasía oscura es buen territorio para la ironía.
  6. ¿Apetece un viaje en coche de caballos de luz?
  7. Hora de sincerarse con un alquimista tomando una copa de vino.
  8. ¿Qué pinta el atractivo corsario Sir Walter Raleigh en este embrollo?
  9. La biblioteca de Leabharlann te va a enamorar.
  10. La magia de los lumbastiones y el horror de los hébétuds / luz y oscuridad.


Pues muchas gracias a Lluís Rueda por dedicarnos su tiempo y por haber respondido a nuestras preguntas.

Y vosotros, lectores, ya sabéis: si os apetece un redentor viaje a los infiernos, recorrer las sendas ocultas y seguir la llama de la razón, id directos a haceros con Lucificción en la web de Orciny Press (os lo mandan cuando salgamos del covid-limbo).


¡Nos leemos! ^^

1 comentario:

  1. Molt interessant la entrevista. Fa venir ganes de llegir la novel·la i saber més d'aquest lloc, Matenadarán.
    Les reflexions sobre Saulo de Tarso donen una visió molt amplia sobre el què i el com.
    M'agrada que un llibre pugui resultar incòmode.

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