Vamoh a HESKRIVIH...
¿A qué molesta ver esto escrito? Pues no sabéis la de atrocidades mucho peores (y no siempre ortográficas) que uno puede llegar a cometer cuando decide que es momento de dar a conocer su novela.
Cuando un autor publica o autopublica un libro, el siguiente e imprescindible paso es dar a conocer su historia ante el potencial público lector.
Evidentemente, antes de eso tuvo que crear una correcta estrategia de marketing meses antes de
que la obra viera la luz, pero solo cuando esta ha sido publicada es posible dicho autor pueda solicitar una reseña.
Con el fin de que llegados a ese punto no metáis la pata, aquí os dejo una serie de cosas que no deben hacerse cuando nos disponemos a pedir a alguien que reseñe nuestra historia.
Antes de empezar, reconozcamos una verdad: pedir nunca es sencillo. Y menos cuando se trata de escritores.
Cuando llega el momento de decirle al mundo que hemos concebido una novela, nos entra a todos un injustificado síndrome del impostor que nos deja cortados.
Pero hay que sobreponerse. Y sí, sin duda alguna las reseñas llegarán de parte de nuestro público natural, pero nunca está de más darse a conocer ni dejar que sea la editorial quien nos haga el trabajo: tu libro es tu hijo y debes ser el primero en velar por él.
Ahora sí; entremos en materia:
1. ¡Ese nombrecito bueno!
La primera cagada mayúscula que podemos cometer es no mencionar a nuestro destinatario por su nombre cuando vayamos a dirigirnos a él.
No importa que el contacto se haga vía redes sociales, por mail o presencialmente. Interpelar a una persona con un "oye tú" no solo es feo, sino poco profesional y una muestra de la falta de interés real que tienes en esa persona.
Reséñame por la cara, persona que no me importa... |
Cuando solicitamos a un blog que reseñe nuestra obra, lo mínimo es que nombremos a su autor y que demostremos que nos hemos informado antes de escribirle sobre su trabajo y la labor que desempeña.
No hacerlo así (más aún si es por escrito) puede dar a entender que estamos copiando y pegando el mismo mensaje para todo un listado de potenciales reseñistas. Y eso, queridos lectores, solo da ganas de rechazar la oferta.
2. ¿Informa...qué?
Si antes os decía que es importante demostrar que conocemos a nuestro interlocutor, ahora os insisto en que no pequéis del Síndrome de la Mujer del César.
O dicho de modo más claro: no solo tiene que parecer que conocéis al potencial reseñador, sino que debes conocerle de verdad antes de que se te ocurra pedirle nada.
Y esto os lo recomiendo por dos motivos. En primer lugar, porque resulta de mal gusto interpelar a alguien por mero interés sin siquiera informarnos acerca de la labor que desempeña; es hacerle perder el tiempo.
En segundo lugar, y a riesgo de sonar interesado, porque solo un blog que trata temáticas afines a las nuestras es un escaparate adecuado para nuestros libros. No es necesario molestar a otros blogs que poco o nada pueden aportarnos aunque acepten nuestra solicitud.
Por ejemplo, El Señor de los Anillos no pintaría nada en un blog sobre novela romántica.
3. Es de bien nacido ser agradecido
Cuando solicitas algo, sea lo que sea, tienes que comprender y asumir desde el minuto cero que puede que la respuesta que te den no sea la que esperas.
En el caso que nos ocupa, puede que el reseñador con el que contactemos, pese a habernos informado y a haberle tratado con respeto a él y a su trabajo, al final decida no reseñar nuestra novela.
Cuando esto ocurre, lo que no podemos hacer es responder a su negativa de malos modos. Y mucho menos debemos difamarle. Puede haber infinidad de motivos por los cuales digan que no y todos ellos son legítimos.
No es no, también con las reseñas ^^ |
Por lo tanto, antes de plantearte siquiera ofrecer tu novela para reseñar, mentalízate de que esta opción existe. Y si no estás dispuesto a recibir un no como respuesta, mejor espera a que tus lectores reseñen la obra de forma natural.
Y, como es evidente, si finalmente acceden a nuestra petición, lo esperable es que seamos agradecidos con esta persona y que le facilitemos el trabajo tanto como podamos.
Estas son pues algunas de las mayúsculas cagadas que debemos evitar cuando presentemos a nuestro bebé ante el público, pero ni de lejos son todas.
Cuando realicé el curso de autoedición, aprendí que existen mil y una formas de meter mucho la pata. Y lo más probable es que algunas de ellas os sean conocidas.
Así que os invito a dejar en los comentarios cuáles son, a vuestro criterio, las peores formas que un autor puede emplear a la hora de presentar su novela. Veréis como entre todos nos queda un bello catálogo de malas prácticas.
¡Nos leemos! ^^
¡Muy buenos tips! Sin duda los tendré en cuenta cuando vaya a autopublicar mi libro :)
ResponderEliminarMuchas gracias, espero de verdad que te sean útiles llegado el momento =)
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