El título perfecto


Porque un título vale más que mil palabras...

Después de pasarte meses (o años) trabajando en tu historia, lo peor que puedes hacer es bautizarla de forma inapropiada y echar por tierra todo ese esfuerzo.

En el post de hoy no voy a descubriros El Dorado, pero sí a daros una serie de recomendaciones para que escojáis dignamente el título más apropiado para vuestra historia, sea una trilogía o un relato corto.



Lo primero que hay que tener clarinete es que un título es uno de los muchos elementos de marketing que ayudan a vender un libro, como también lo son las portadas o las sinopsis.

Así pues, el objetivo del mismo es resultar atractivo para el lector a la par que descriptivo de la obra: un buen título tiene que ser capaz de llamar mi atención y de informarme sobre lo que voy a encontrar en la novela (o al menos, sobre el género al que pertenece).

De acuerdo, el elemento gráfico juega un papel importante en este último aspecto, sobretodo cuando jugamos con títulos ambiguos, pero no por ello hay que vender una novela policíaca con un título que augura romance.

Hay que pensar que, más allá de por la portada, el libro será conocido en redes sociales y en el infalible boca a boca por medio del título que le hayas puesto, que se convertirá en sello embajador de tu historia, así que hay una serie de cositas que conviene evitar a toda costa.


1. Esguince de lengua


Nombrar un libro es como bautizar a un perro (o a un niño en según qué casos): hay que buscar la comodidad de quienes van a tener que pronunciarlo y evitar que se les anude la lengua cuando vayan a la librería a encargarlo.

Veamos un ejemplo:

La saga de libros de juvenil escrita por Derek Landy salió publicada en nuestro país bajo el título de: Skulduggery Pleasant. Bien, pues a partir del tercer tomo, la saga fue rebautizada como: El detective esqueleto.

Primera edición española
La edición actual















Supongo que las librerías se cansaron de tener niños con nudos en la lengua tratando de pedir un ejemplar... u_u

Por lo tanto, cuando vayas a poner un nombre a tu historia, recuerda que el objetivo es que sea pegadizo y fácil de recordar: los nombres impronunciables son un mal gancho... Salvo en casos muy concretos.



2. De la hechura del bautizar novelas y lo que allí acaeció cuando salía el sol sobe las calmas aguas


Las novelas de caballerías dejaron de estar de moda hace muchísimos siglos, así que si el formato de este tipo de títulos te hace gracia, resérvalo para el nombre de tus capítulos y evita usarlo como título general.

Desde el cariño lo digo, nadie es capaz de memorizar nombres tan largos. De hecho, cuantas más palabras contenga un título, mayor facilidad para confundirse de novela tendrá un potencial lector.

Además de que un título kilométrico se carga la estética de una portada (y en algunos casos hasta puedes verte obligado a pedir prestada una segunda portada para que quepa el título entero en ella).

¿Veis la importancia del elemento gráfico?

Existe, sin embargo, una solución intermedia a este problema: usar un subtítulo. Así lo hicieron los autores de Delbaeth Rising: Camino de Odio, y aunque todos lo llamamos Delbaeth a secas, siempre será más cómodo que acabar usando siglas y números, ¿eh que sí, LOTR 1?



3. El anzuelo equivocado


Los pescadores no usan el mismo tipo de cebo para capturar a todas las especies de peces, así que tú tampoco deberías hacerlo cuando bautices a tu retoño de tinta.

Dependiendo del público al que se dirija tu obra, deberías optar por un formato de título u otro. Y sí, sabemos que encontrar tu público objetivo es complicado, pero vender algo sin conocerlo es aún peor.

Si publicas un libro sobre nudos marineros con un título tan sugerente como Átame despacio: el delicado arte de las cuerdas, luego no te asombres si el total de tus ventas las realizan amantes del bondage decepcionados con un obra.


¿Pero cómo pusiste un título tan malo?

Así pues, una vez sepas quiénes son los destinatarios de tu historia, sería bueno que te dieras un paseo por cualquier catálogo o librería y anotes el estilo de títulos que suelen utilizarse para comercializar ese tipo de libros.

Lo más probable es que termines con un muestreo parecido al que voy a hacer yo en base a los libros de fantasía que viven en mi estantería:

Palabra más usada: Crónica/s

Segunda más usada: Memorias, Dragones


Las personas somos animalitos de costumbre con una tendencia a etiquetar abrumadora, de modo que el uso de estos términos no es casual, sino una cochina estrategia de marketing que hace que yo relacione la palabra "crónicas" con la fantasía de forma inmediata.

El objetivo de este ejercicio de observación que te proponía no es otro que familiarizarte con las palabras que tienen más caché dentro de tu género y que las explotes.



4. Ventajas de la especialización


Ahora bien, cuando uno se lanza a por un público objetivo muy delimitado y específico se puede permitir pasarse por el forro estas sutilezas y lanzarse a innovar apelando al vocabulario que solo la logia de lectores escogidos conoce.

Es caso más reciente y llamativo que me viene a la cabeza es el de la Revista Windumanoth.


Pronto la veréis en tiendas especializadas ^^

Vale, el nombre atenta contra el principio de no atarse la lengua, pero es un nombre que funciona perfectamente porque hace alusión a un concepto muy concreto (en este caso un personaje) con el que su público potencial está familiarizado.

Si algún día saliese publicada la Biografía de Mithrandir, solo unos cuantos forofos de cierto mago la comprarían. Al resto de la humanidad le sonaría a chino.

Estas estrategias se suelen ver más en libros especializados, donde el nivel de tecnicismo en los títulos es mayor, puesto que no aspiran a expandirse más allá de una comunidad lectoras específica.

¿O acaso alguno de vosotros compraría: Maquiavelismo y maquiaveliano?


Con todos estos consejos, estás más que preparado para no cagarla a la hora de poner un buen nombre a tus historias, sean del género que sean, pero no para poner el título perfecto.

Básicamente porque lo que acabo de explicar no son más que una lista de obviedades más o menos razonables, porque lo más probable es que acabes titulando tu historia en un arranque de inspiración.

Puede que una conversación intrascendente, una bronca en un callejón (incluso unas palabras tras hacerlo a pelo) sean el chispazo que te ilumine.

Y quizá así obtengas un título maravilloso, perfecto y fabuloso que se ajusta a tu obra como un traje de látex. Pero ni siquiera ese es el título perfecto.

De hecho, el título perfecto no existe: solo era una excusa que buscaba clickbait: que es exactamente lo que tenéis que intentar generar vosotros cuando pongáis nombre a lo que escribís.

Ahora sí, podéis matarme en los comentarios, pero recordad que los modero personalmente y que no admitiré anónimos.

¡Nos leemos! ^^

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