Construyendo personajes V: Los cabrones


Porque los personajes de moral ambigua molan.

Seamos sinceros: los llamados "chicos malos" (y su contraparte femenina) siguen siendo uno de los tipos de personaje más atractivos para los lectores de cualquier género, por detrás del personaje de pasado misterioso y del villano reformado, que siempre tienen caché.

Pero amigos, escribir sobre este tipo de personajes no es nada fácil. Entre otras cosas, por la rapidez con la que podemos caer en los tópicos y convertir a nuestras criatura en un promulgador de conductas tóxicas.

Con el fin de que ninguna de estas cosas os ocurra, recuperamos la sección de Construyendo Personajes para hablar de los cabrones y ofreceros una serie de consejos para construirlos como personaje:




Definiendo el concepto

Un personaje cabrón es aquel que, sin ser necesariamente un villano, manifiesta conductas impropias o destinadas a obstruir los planes del héroe en ciertas situaciones.

Por lo tanto, si bien no es el antagonista de la historia, en ocasiones el personaje cabrón actúa como obstáculo para el seguimiento de la trama, llegando a darse situaciones en las que este personaje resulta incluso más fastidioso para el héroe de la historia que su propio antagonista.

Entre los atributos de este tipo de personaje se encuentran el seguir un código moral propio (y discordante con su entorno), el darse a prácticas mal consideradas por la sociedad y el libre albedrío como principio de acción. 

Así pues, podríamos decir que se trata de personajes que solo se comprometen con ellos mismos y que ante cualquier circunstancia actuarán en base a sus intereses personales, cosa que dificulta que se fidelicen con una causa.

Para que os resulte un poco más fácil visualizar a este tipo de personaje, os voy a dar un ejemplo con el que seguro termináis de entenderlo todo mucho mejor: Bender (Futurama).

Bender, el amigo que (no) deberías tener

Como todos los seguidores de la serie sabéis (échale un ojo si no la conoces, no te arrepentirás), Bender es un robot y miembro del trío protagonista de Futurama. Y también uno de los personajes más cabrones que se me ocurren.

Bebedor, fumador, ludópata, putero, malhablado... Es el peor ejemplo para cualquier niño y una pesadilla para sus amigos y compañeros de trabajo. Y sin embargo, este "dechado de virtudes" se ha convertido en uno de los personajes más queridos por el público.

De hecho, es tan representativo de este tipo de personajes que pretendo usarlo como ejemplo a lo largo de todo el artículo. Entre otras cosas, porque es un personaje que me encanta y podría pasarme horas hablando de él.

Antes de seguir, sin embargo, quiero dejar una cosa muy clara para que no lleve a equívocos. Cuando hablamos de personajes cabrones nos referimos a un tipo de personaje que tiene tendencia a manifestar conductas inadecuadas.

Pero este personaje debe ser, pese a ello, positivo. De modo que perfiles abusivos, como puede ser el de un maltratador, el de un psicópata o parecidos deben ser incluidos en la categoría de villanos, sobre la que hablamos aquí.



Características generales

Para definir a esta tipología de personajes es importante dotarlos de una actitud que resulte al mismo tiempo coherente, caótica y molesta. Todo un reto.

El primer paso para desarrollar a un buen cabrón es darle una filosofía de vida o un objetivo claro y fijo en el tiempo, que lo defina ante cualquier circunstancia. En el caso de Bender, este objetivo es ganar dinero y poder sin esfuerzo.


¿Objetivo vital? Ser rico sin dar ni golpe

Dicho objetivo condicionará la actitud del personaje ante las diferentes situaciones que le presenten, motivo por el cual resultará caótico para el resto del elenco. Su objetivo estará por encima del interés comunitario y eso lo llevará a abandonar causas o a sumarse a otras dependiendo de cuál de ellas le genera mayores beneficios.

Al margen de todo esto, debemos dotar a nuestro personaje de un código moral propio que ponga límites a su comportamiento. Este código puede ser ambiguo o cuestionable para el resto de personajes, pero para el cabrón en cuestión debe resultar inamovible.

Por ejemplo, que su lealtad hacia quienes considera amigos pese más que la codicia en el último momento (aún si los ha traicionado y vendido veinte veces antes). 

Si el código moral de nuestro personaje no le permite actuar bien en última instancia, beneficiando al héroe, este dejará de ser un cabrón para convertirse en un villano. Y la construcción es distinta.



El poder está en el carisma

Como dije al principio, este perfil de personaje suele ser muy querido por su público, a quien le suelen parecer entrañables (a su modo) y les perdona cualquier defecto de actitud, por grotesca que esta resulte.

Esto sucede porque, en la mayoría de los casos, los personajes cabrones manifiestan un marcado carácter y una actitud firme ante la vida que los convierte en alguien carismático a ojos de quienes les contemplan.

Por lo tanto, si queremos que nuestro personaje sea recordado, debemos darle un carácter definido que resulte atractivo y coherente a la vez. El carisma es complicado de conseguir, hay que mezclar muy bien los elementos que componen el carácter.

Es por eso que os recomiendo echarle un ojo a los consejos de Literautas a este respecto, os ayudará mucho a dar profundidad a vuestros personajes.


¿Inventarte un país y cambiar de sexo por interés? ¡Claro que sí!

Un requisito imprescindible para los personajes cabrones es poseer una abrumadora seguridad en sí mismos, que les permita evadir el sentido del ridículo y ser muy flexibles ante las situaciones que se les presenten. Resumiendo, hay que lograr que sean sinvergüenzas y pragmáticos, vaya.

Esto los convierte en un valor en alza narrativo. A fin de cuentas, siempre viene bien en el equipo que tenga pocos escrúpulos y menos reparos para encargarse de ciertas tareas que, de otro modo, estarían fuera del alcance del héroe de la historia.

Con este singular carácter, no es de extrañar que algunos de los personajes cabrones más famosos de la historia del cine y la literatura hayan ejercido profesiones tan honorables como el latrocinio, la piratería o el asesinato. 

Son un poquito inmorales, la verdad. Pero como tienen talento para decir lo que piensan, el público los adora. Y es que otra cosa no, pero los buenos cabrones son sinceros hasta el punto de resultar crueles. Ah, y no van a pedirte perdón por ello, ya que no conocen el arrepentimiento.



Debilidades

Lo fascinante de estos personajes cabrones es que, pese a su apariencia impasible, suelen esconderse dos o tres puntos débiles (en ocasiones ridículos o vergonzosos).

Dotar a nuestros cabroncetes de una debilidad los tornará más humanos y verosímiles que si nos limitamos a remarcar lo irreverentes que son. Y si esta debilidad es percibida como motivo de vergüenza por el personaje, mejor.

Suele ocurrir que los personajes cabrones oculten una faceta que no casa bien con el personaje que interpretan de cara a la galería. Por ejemplo, el cínico y malhablado escritor que en su tiempo de ocio colabora con una asociación para ayudar a los gatitos sin hogar.


Realizar acciones solidarias no es malo para la reputación, ¿no?

Ambas realidades resultan contradictorias, pues no se concibe que una persona tan cruel con los demás dedique su ocio a ayudar a los desvalidos. Y sin embargo, son estas contradicciones las que nos ayudarán a humanizar a nuestros personajes.

Eso sí, esto solo es efectivo cuando nuestro personaje cabrón es solo un irreverente. Cuando tratamos con personajes que son directamente tóxicos (un maltratador, por ejemplo), estos puntos de humanidad pueden llevarnos a romantizarles. Pero como ya he dicho, estos perfiles no deben ser considerados como cabrones.


En el caso de Bender, sus dos mayores debilidades son un gusto enfermizo por el folk (no veo la vergüenza, a mí la música folk me gusta) y la capacidad de quedar colado hasta las trancas cuando se enamora.

Dos por uno: folk y romances

Ambas cosas resultan humillantes para el personaje, que no duda en ocultarse tras su escudo de tipo duro para negar esa realidad o restarle importancia. Y esto, apreciados lectores, da lugar a momentos muy divertidos.

En cualquier caso, la función de estas debilidades es poner al personaje en su sitio y recordarle que, por muy rey del mambo que se crea, no está por encima de todo. Y ya de paso, castigarle un poco por su mala conciencia, que nunca está de más (si no, parece que solo triunfen los cabrones...).

A fin de cuentas, como ya hemos dicho, no hay que perder de vista que, por atractivos que resulten este tipo de personajes, no son ni de lejos ejemplos admirables de nada y no debemos beatificar sus conductas.



Con todas estas pautas, creo que estáis más que listos para crear personajes cabrones tan inolvidables como el descarado Bender. 

Pero si aún así creéis que os hacen falta más referentes, os invito a leer Sub-Suelo, una novela co-protagonizada por un cabrón de primera (y escrita por mi persona, claro). Seguro que os encantará.


¡Nos leemos! ^^

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