Los escritores tienen síndrome de Adán


Porque a veces el worldbuilding se nos va de las manos.

Seguro que en no pocas novelas de género os habéis encontrado con que los personajes llaman de forma compleja o artificiosa a objetos cotidianos. De este modo, un simple martillo se convierte en un golpeador de metales.

Este curioso fenómeno es lo que yo llamo Síndrome de Adán, en referencia al personaje bíblico. Según dice en el Génesis, cuando Dios creó a Adán, lo dejó sentadito en una roca y ante él pasaron todos los animales existentes, a los que fue bautizando uno a uno según se le iba ocurriendo.

Del mismo modo que Adán, los escritores a veces se empachan de worldbuilding (mira que os tengo dicho que es peligroso...) y acaban nombrando hasta a las anodinas cucharas de palo por vocablos complejos e innecesarios.

Pero ¿es siempre negativo jugar con la nomenclatura? ¿Hasta qué punto es necesario o una exageración?

La respuesta a todas estas preguntas la tenéis en el siguiente post ;)

Concurso Empotradoras

Porque al erotismo no hay que darle la espalda...

La literatura erótica ha sido desde sus inicios género denostado por la "literatura de berdá" y siempre asociado a un público íntegramente femenino. Mujeres que hacen sus cositas para otras mujeres.

Por este motivo, el género fantástico ha estado huyendo desde hace mucho del componente erótico en sus historias, como si escribir sobre polvetes y revolcones apasionados les restase valor a las mismas. 

Por suerte, queridos amigos, esto está muy cerca de cambiar gracias a iniciativas muy interesantes, como la que os voy a presentar en breve.

La jodida manía de hablar bien


Porque un buen insulto vale más que mil circunloquios.

La sociedad actual adolece de un severo problema: la obsesión malsana con ser políticamente correcto y neutro a la hora de expresarse.

Como resultado de este fenómeno, tenemos infinidad de novelas asépticas donde la palabra más malsonante que aparece es "mierda". Y siento decíroslo con tan poco tacto, pero esa pulcritud oral me parece una puta porquería.

Pero ¿cuándo es adecuado ser un malhablado escribiendo? ¿Es la verborrea vulgar adecuada para todo tipo de novelas? ¿Dónde está el límite entre ser realista y ser un cerdo tecleando?

Si queréis saber la respuesta, no me seáis mierdasecas de culo flojo y seguid leyendo, cago en la mar salada.

Entrevista a Javier Alemán


¿Quién dijo que de vampiros estaba todo escrito?

Después del dragón y el unicornio, puede que el vampiro sea el gran icono la fantasía, y una de las criaturas que mayor interés despierta en lectores y escritores de género.

Sobre el mito del vampiro se ha creado de todo: historias terribles de monstruos irracionales, novelas trágicas de nobles malditos e incluso sagas románticas para adolescentes.

Pero si creías haberlo visto todo sobre estos chupasangre, he de decirte que estabas equivocado, pues hoy tenemos en el blog a Javier Alemán, escritor de género y orgulloso papa de Sanguijuela, una historia de vampiros muy poco corrientes.

¡Recibámosle con un cálido aplauso! ^^

Tres cosas que molestan en RRSS


Porque la convivencia el respeto son básicos.

Las nuevas tecnologías han supuesto una revolución a todos los niveles en nuestra sociedad. Y el mundo literario no se ha quedado al margen de estas transformaciones.

En la actualidad, los escritores y las editoriales necesitamos estar presentes en el mundo digital si queremos dar a conocer nuestro trabajo. Por ese motivo, resulta muy recomendable tener perfiles en al menos dos redes sociales desde las que puedan localizarte.

Ahora bien, gestionar dichos perfiles no es tan fácil, como bien explicaba Excentrya en este post. De hecho, es muy sencillo meter la pata y terminar incomodando a tu público potencial e incluso repeliéndolo.

Con el objetivo de evitar que algo así te suceda, aquí te dejo una lista de actitudes que tocan mucho las pelotas en RRSS y que deberías evitar cometer a toda costa.

Aprendiendo de... Weina Dai Randel


Porque la Historia no tiene por qué aburrir...

En ocasiones, uno encuentra buenas historias de casualidad. Simplemente el libro en cuestión llega a su vida y se instala para siempre tras haberlo leído.

Pues algo así me sucedió con la última obra publicada de Weina Dai Randel, El palacio de la luna, novela que además ha sido nominada a los premios Hislibris de novela histórica junto a otra obra que reseñamos hará un tiempo, La espada de Occidente, de Carlos Jobani.

Pero antes de hablaros de ella, permitidme que os presente brevemente a su autora. Nacida en China, Weina Dai Randel es a día de hoy miembro destacado de la Historical Fiction Society y ganadora de diversos premios, varios de ellos por El palacio de la luna.

Si queréis saber el motivo por el cual la obra de esta autora ha triunfado en varios frentes, os recomiendo seguir leyendo, pues Weina Dai Randel tiene mucho que enseñarnos.

Tantrum: revista de relatos extraordinarios


Porque la buena ficción viene a veces en tamaño mini.

¿Os imagináis que existiera una revista de bolsillo, apta para leer en digital y en papel, con juegos de tablero y relatos variados?

Pues ya podéis dejar de imaginar, porque esta revista existe. Su nombre es Tantrum y ha venido para quedarse entre nosotros y ofrecernos periódicamente relatos de fantasía, ciencia-ficción, terror y thriller.

Si amáis cualquiera de estos tres géneros o buscáis una lectura amena y portátil, os invito a conocer un poco más a esta revista recién nacida. Prometo que no os decepcionará.

Katsumoto era un pésimo escritor


Porque la búsqueda es el objetivo en sí mismo...

El otro día, rememorando películas que ya tienen unos años, di con The Last Samurai (2003), un film histórico que narra la evolución del Japón durante Periodo Meiji y que se inspira en la rebelión Satsuma, cuando varios ex-samuráis se alzaron en armas contra su emperador, pues no estaban de acuerdo con los cambios producidos en el país a raíz de la apertura comercial a Occidente.

Los protagonista de este film son el capitán Nathan Algren y el líder de los samuráis rebeldes, Katsumoto Moritsugu. En este último nos centraremos, pues lamento deciros que este gran hombre era un pésimo escritor.