Sociedad en los mundos de fantasía



Si la geografía ya os causaba vértigo, que no os pase nada con la política...

Señores míos, pedisteis una entrada sobre estructuras sociales, y aquí la tenéis. 

Os advierto desde ahora que esta entrada será densa y retorcida como un dédalo de callejones, pero sin duda es necesario tratar el tema. Ya sabéis que escribir fantasía no es un camino de rosas.

¿Listos para adentraros en el horrible mundo del poder y las jerarquías? Allá vamos.

Flora y fauna en los mundos de fantasía



Un guiso de cerdo más en mitad de un páramo y seréis los siguientes en acabar en la marmita ¬¬

Sí, me hierve la sangre cada vez que leo cómo los personajes de una novela se prepara opíparos banquetes en mitad de la desolación más absoluta. Pero aún me indigno más cuando veo que la dieta de un conejo es más variable que la suya.


Y el pueblo lo festejó. Comiendo en comunidad una oveja, y anchoas, y carpas,
y garbanzos, y orangutanes, y sopa de arroz, y frutas, y murciélagos...etc.


Mirad, queridos lectores, cuando decidisteis escribir fantasía ya sabíais lo que se os venía encima, así que no valen excusas. El escritor de fantasía tiene que saber de todo. Y ese todo incluye a plantas y animales.

¿Mentalizados ya? Bueno, pues vamos a convertirnos en un proyecto de zoólogos y botánicos (si hay algún representante de cualquiera de estas especialidades presente que se manifieste en los comentarios, por favor).

Desterrando a los fantasmas de la escritura



Los monstruos no son nada en comparación al terror que siente un escritor al ofrecer su obra al mundo.

Escribir es un acto de entrega que deja completamente expuesto al escritor. Lo queramos o no, al escribir nos desnudamos (más incluso de lo que podríamos imaginar). Y eso nos aterroriza.

Ni siquiera Cthulhu nos causa tanto pavor...

No es solo el hecho de mostrar nuestra visión del mundo a los lectores, sino el terror a ser juzgados por nuestras palabras

Es por ese motivo que los escritores, sobretodo aquellos que estan empezando, luchan por ser tan políticamente correctos que rozan el aburrimiento

Los protagonistas predilectos de estos escritores suelen ser arquetipos, modelos de conducta ejemplares. En cambio, sus villanos son un compendio andante de todo aquello que es malo, vil y despreciable (según su criterio). 

El final de estas historias es evidente: el villano es completamente aplastado por el moralmente correcto protagonista, dando a entender que el autor, no solo desprecia la actitud de su malhechor, sino que cree que debe ser severamente castigada.

Un coñazo de historia, vaya.

Si estáis leyendo esto espero y supongo que lo último que queréis es escribir historias aburridas. Es un buen comienzo. Pero para conseguirlo, queridos lectores, tenéis que desterrar vuestros temores al pozo más profundo que encontréis (y tapiarlo luego).

Vamos a ello, pero antes de nada, una máxima:

TÚ NO ERES TUS PERSONAJES NI SUS ACCIONES

Apuntad esto mil veces en un papel, subrayadlo, tatuaoslo en el antebrazo. Lo que más os guste, pero mentalizaos de este detalle, porque sino, no vale la pena que leáis más.

¿Quedó claro? Entonces al grano ^^

El vestuario en los mundos de fantasía




Salvo que escribas sobre ninfas del agua, tus personajes van a necesitar un sastre. Y ese eres tú.

Entro los grandes temas olvidados por los constructores de mundos se encuentra el vestuario. "¡Oh! Pero es que eso no aporta nada a la historia". 

Vosotros decid lo que queráis, pero he vistos libros que obviaban tanto la ropa que ésta (curiosamente) solo se mencionaba en las escenas de desnudo.

Además, el vestuario es uno de los elementos más visuales de la cultura de los pueblos, como bien dije en anteriores ocasiones.

Dicho esto, vamos a lío. Y empezaremos por ser terriblemente sinceros con nosotros mismos: la mayoría de los escritores no tenemos ni pajolera idea sobre vestuarioAsumir esto desde un principio nos ayudará a afrontar la magna tarea de vestir a los habitantes de nuestro mundo con una perspectiva realista de lo que nos queda por hacer. ¿Dispuestos? ¡Pues ahí va!