Aprendiendo de... Jordi Teixidor


Porque el escenario no siempre debe ser grande...

Después de mucho tiempo, recupero esta sección que inauguré a mediados de año con intención de ofrecer enseñanzas y trucos que los escritores de género podemos aprender a través de la lectura de autores ajenos a la fantasía, la ci-fi o el terror.

¿Y qué puede haber más alejado de una novela de fantasía que una obra de teatro musical?

Sí, mis apreciados lectores. Hoy destriparemos las maravillas que puede ofrecernos una de mis obras favoritas del género teatral: con todos vosotros, El retablo del Flautista (1970), de Jordi Teixidor.

Y como sé que un musical siempre despierta expectación, aquí os dejo un enlace para que podáis gozar de esta obra al completo en la adaptación televisiva hecha por TV3 (subtitulada al español).

Pero eh, podéis verla después de leer el post. Así la cogeréis con más ganas, porque el mensaje no tiene desperdicio ^^




1. La mejor miel viene en tarros pequeños

La norma general en las historias de fantasías suele ser dotarlas de un escenario enorme: un país, un reino, un continente entero... Por causa de este hecho, el protagonismo o el poder en dichas historias suele estar siempre en manos de grandes figuras como los reyes, los generales,o los magos de la corte.

Con suerte, podremos encontrar con un porquero o una campesina que tengan voz propia. Pero esto solo sucederá si este personaje  en realidad es el Héroe o el Elegido.

Este esquema ha sido repetido hasta el hartazgo y ya es casi un tópico en las historias de este género que desmotiva al potencial lector. ¿Qué podemos hacer para remediarlo?

Sencillo: huir de estas ya manidas localizaciones y ubicar nuestras historias en lugares más pequeños y recónditos en vez de hacerlo en opulentos palacios. Por ejemplo, en una pequeña aldea.

Detalle de la humilde villa de Pimburg

He aquí la primera virtud de la obra de Teixidor: transcurre en la tranquila y humilde aldea alemana de Pimburg, un apacible pueblo de tejedores que viven en las orillas del río Wesser.

Un lugar anodino y casi olvidado puede ser perfectamente el mejor escenario para contar una historia. No necesitamos castillos y grandes urbes para transmitir nuestro mensaje.



2. Lo corriente también es especial

La segunda gran virtud de esta obra de teatro es que sus protagonistas no son personas especiales o dotadas de mágicos poderes, sino gente corriente que solo quiere vivir sus vidas en paz y tranquilidad.

Así pues, los protagonistas de esta historia no son sino los aldeanos de Pimburg: los tejedores, los pescaderos, los taberneros, las prostitutas. Gentes sin ninguna característica destacada que se ven empujados por las circunstancias a jugar un papel decisivo en el transcurso de la historia.

De derecha a izquierda: el zapatero, Frida, Hans y la tejedora

Y sí, pese a que Hans y Frida ( un matrimonio que actúan a su vez como narradores y como personajes) y el alcalde Schmid son, junto con el Flautista que da nombre a la historia, los personajes principales de la misma, lo cierto es que el peso de la colectividad es el motor de esta novela coral.

Por lo tanto, nos encontramos ante una historia en la que la voz cantante no la tienen tanto los nobles como la gente corriente. Y esto, amigos, es una reivindicación de la fuerza de la sociedad y del pueblo llano como protagonista.



3. La reivindicación debe existir

La función del escritor es crear historia y dotarlas de un mensaje. La escritura es un medio para cambiar el mundo y un canal a través del cual denunciar las injusticias. Las historias vacías, que nada dicen y nada aportan, no tienen riqueza ni utilidad para nuestra sociedad.

He aquí el tercer punto a favor de El retablo del Flautista, pues se trata de una obra con una alta carga de denuncia y crítica social. Ahora veréis por qué.

Sin hacer mucho destripe de la historia, os diré que todo empieza cuando la tranquila aldea de Pimburg es asolada por una terrible plaga de ratas que saquea los graneros, causando una gran hambruna que se ceba en especial con uno de los barrios más humildes: el barrio de los muelles.

Manifestación pacífica y sentada colectiva de Pimburg
No sé a vosotros, pero para mí se da un aire al movimiento del 15M

Ante esta inaguantable situación, los aldeanos de Pimburg se alzan en revuelta y, encabezados por el zapatero, se plantan ante el ayuntamiento para exigir al alcalde y a los consejeros que se ocupen de la plaga de ratas.

El resto de la historia transcurre entre los intentos de los aldeanos porque sus reivindicaciones se escuchen mediante manifestaciones y ocupación de plazas, las intrigas de los vendedores de raticidas para enriquecerse con la situación y los tejemanejes de las autoridades por salir lo mejor libradas posibles del percal.

De derecha a izq.: el consejero Watts, el alcalde Schmid y el Reverendo

Ah sí. Y no nos olvidemos del tremendo papel que juegan los poderes eclesiásticos, encarnados en el Reverendo Grunding y las fuerzas de orden público (la milicia comandada por el herrero), divididas entre acatar las leyes y disolver las protestas a garrotazos o ponerse de lado del pueblo y sus vecinos.

Toda una metáfora de la corrupción política y los juegos de intereses trasladada a una pequeña localidad alemana infestada de ratones. No me diréis que no es delicioso...



4. Reinterpretemos los clásicos

Vale, Alister. Hasta aquí todo genial. ¿Pero dónde demonios está el flautista ese que da nombre a la obra?

Buenísima pregunta. Sobre todo porque he guardado expresamente este elemento para el final. Y no solo para conservar vuestra atención, sino porque este es el último toque genial de El retablo del Flautista: tomar elementos de las historias clásicas y darles un giro.

Con ustedes Walter Romberg: el flautista de Hamelín

En este caso, Teixidor toma la figura del icónico flautista de Hamelín y lo convierte en un personaje más de su historia. Más concretamente, en la anhelada y evidente solución que Pimburg necesita para su plaga de ratas. Y al módico precio de 1000 escudos.

Ahora bien, si en el cuento original era el desinterés de las autoridades por pagar al flautista el que desencadenaba el desastre, en esta versión más moderna y "realista" serán otras las fuerzas que atenten contra el talentoso músico. Por ejemplo, ser visto como competencia desleal ;)




Como veis, de esta obra de teatro podemos sacar mucho jugo y muchísimas ideas para dar un toque innovador a nuestras historias, convertirlas en obras con mensaje, que sepan aprovecharse de los clásicos y les den un giro más reivindicativo y adaptado a nuestros tiempos.

Y con esto me voy a despedir por hoy, pues sé que tras este post os morís de ganas de echarle un ojo al enlace que os pasé antes y no seré yo quien os prive de ver un musical.


¡Nos leemos! ^^

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