Cosas que pasaban en la Edad Moderna: Divorcio


Aprender Historia me ha ayudado a comprender muchas cosas. Y de paso me ha facilitado mucho la tarea de documentación, como ya conté en esta entrevista que me hizo Aritz P. Berra.

Pero dicen que compartir es vivir. Así que, en un acto de altruismo, voy a compartir con vosotros los misterios de un gran desaparecido en la ficción que en realidad tuvo mucho peso durante la Edad Moderna.

Si os parece bien, descubramos los misterios de este muy denostado y olvidado concepto en la fantasía: el divorcio.



¿Pero eso se puede hacer?

El divorcio es la ruptura del compromiso matrimonial y la separación de facto de sus integrantes. O como diría en derecho catalán, la separación de mesa, lecho y casa. Voy a suponer que todo el mundo sabe que esto existe.

Lo que ya no sabe tanta gente es que esto no es una novedad de estos tiempos modernos. Antaño la gente también podía divorciarse. Sí, desde la Roma Clásica existe esta posibilidad.

En la Edad Media esto también era posible. Muestra de ello es el rastro que estos procesos dejan en la documentación, como bien nos mostró Clara Jáuregui el pasado julio.

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Ahora bien, la mayoría de las personas apostaban por prevenir el mal matrimonio que por anularlo. Pero eso es otra historia y ya os dejaré bibliografía abajo por si os interesa ;)

¿Y qué ocurría en la Edad Moderna? Pues que este proceso se regló bastante muy mucho y tenemos decenas de fuentes a las que acudir que ratifican la existencia del divorcio.



Un poquito de antecedentes

Según el Concilio de Trento, el matrimonio era indisoluble por tratarse de un sacramento. Ahora bien, el elevado número de separaciones (y casos de bigamia posteriores) obligaron a la Iglesia a regular estas situaciones.

Es mucho mejor tramitar un largo divorcio que tener a tipos que se casan cinco veces, ¿no?

La mayoría de demandantes, por cierto, son mujeres. Esto se explica porque en la Edad Moderna un señor lo tiene más fácil para largarse de casa. Total, su esposa difícilmente tendrá dinero para costear una denuncia por abandono.


Probablemente la demanda más vieja y desoída de las mujeres

En cambio la mujer debe sí o sí recurrir a las autoridades eclesiásticas si no quiere que el primer cretino de turno la devuelva con su señor esposo.

Una putada, porque además el proceso es lento como una procesión de caracoles. Pero bueno, más vale eso que seguir consintiendo que tu marido te salte las muelas a puñetazos.



Motivos para divorciarse

Pues el maltrato en todas sus imaginativas vertientes. Desde la violencia verbal y física a la prostitución forzosa por parte del marido. También te puedes divorciar si tu pareja es un hereje o si te ha inducido al pecado. O si es adúltero/a.


Aunque si la adúltera es ella, el escarnio público está garantizado

Parece fácil, pero no os emocionéis. Que el marido le diera una paliza a la esposa no contaba como maltrato, sino como correctivo. Tenían que ser agresiones muy violentas para que se tuvieran en cuenta como prueba.

También es motivo de divorcio el incumplimiento de la promesa matrimonial. Es decir, que el marido no cumpliese con las cláusulas del contrato matrimonial. Este argumento era el más esgrimido si eran las familias las que presentaban la petición de divorcio para salvar a sus hijas del maltrato.



El proceso

1. Se presenta una súplica a las autoridades para que se inicie el proceso.

2. Aportación de testigos para que no desestimen tu petición. Aquí la sororidad se hace notar, pues la mayoría de testigos suelen ser mujeres que apoyan a la suplicante.

3. Secuestro de la mujer: antes de notificar al marido que se ha iniciado el trámite, se aleja a la mujer del hogar. Puede ser acogida por amigos y familiares.

4. El marido presenta sus alegaciones y testigos.

5. Resolución y sentencia. La mayoría de los procesos no llegaban a esto, pues las mujeres no podían costearse un trámite de varios años. Además, casi todas las sentencias acaban obligando a las mujeres a volver con su esposo.



Otros caminos

El divorcio no era la única vía, pero sí la más rápida para largarse de casa. Es por ese motivo que se solía recurrir a él, pues garantizaba un secuestro y separación de facto.

Otras mujeres en cambio optaban por la nulidad matrimonial; el dar por suspendido el matrimonio por no cumplirse las cláusulas del contrato previo. O por no cumplir el esposo con sus deberes (los conyugales y los de manutención).

Y otras incluso lo anulaban antes de que este se hiciese efectivo mediante el impedimento de esponsales. Esto es: la alegación ante las autoridades de ser víctima de coacciones para contraer matrimonio. 

Da igual que sea tu padre quien te lo imponga, el derecho canónico garantiza a la mujer el derecho a elegir a su consorte y a ello se aferraban. Y con bastante éxito.



¿Qué pasa en la ficción?

Ahora que ya hemos visto cómo funciona el divorcio en la Edad Moderna, llega el momento de someter a juicio a las novelas de fantasía inspiradas en este periodo y parecidos.

Lo primero que vemos es que el matrimonio forzoso es casi un tópico. Es una fuente de conflicto muy jugosa, porque separa a los amantes por la supuesta "ley social". Da igual que seas noble o campesina, parece que cualquiera puede decidir por ti con quién y cuando te casas.


No importa que sea "medieval", Sansa tenia DERECHO a negarse

El otro gran recurrente es la indisolubilidad del matrimonio: en especial para la mujer. Porque los hombres pueden repudiar impunemente a sus esposas para casarse con otras mujeres. Incluso en los cuentos.

Así por ejemplo, en las versiones tradicionales de La Bella Durmiente, el rey que violenta a la princesa y la deja encinta está dispuesto a repudiar a su primera esposa para estar con esta muchacha más joven. Y fértil, por cierto.

Por contra, una mujer casada solo puede aspirar a la viudedad prematura. O al asesinato para lograr dicho estadio. Cosa que la va a retratar como la villana, claro.

Uno de los ejemplos de ello en la ficción lo vemos en Cersei Lannister: su único camino para dejar de compartir vida con el odioso de su marido es arreglarle una muerte "accidental". Este acto es presentado como una muestra más de la maldad de esta mujer de armas tomar.



En la ficción el divorcio no está ni se le espera. ¿Para qué? Con lo bonito que queda ir asesinado a los crueles esposos viejos para que los amantes se fuguen...

Si es que incluso en las novelas ambientadas en mundos actuales el divorcio es aquello a evitar. Aunque se hayan separado los protagonistas al principio: da igual, al final de la historia se dan cuenta de su error y vuelven.

Pues mirad bonitos, quilos de papel agusanado y cagado por ratas justifican que una persona deshaga sus lazos eternos con otras. Y ya va siendo momento de que esto se refleje en alguna novela de una puñetera vez.


En fin, por el momento vamos a dejarlo por aquí. Espero que os haya servido el artículo para tomar apuntes y usarlos en futuras historias.

Por si alguien quiere indagar más, aquí le dejo unos cuantos títulos que puede consultar. Todos ellos sobre el divorcio y el papel de la mujer en estos procesos, más comunes de lo que la ficción quiere hacer creer.


¡Nos leemos! ^^


Bibliografía

Deleito y Piñuela, José. La mala vida en la España de Felipe IV. Madrid: Alianza, 1987.

Pérez Molina, Isabel [et al.]. Las mujeres en el Antiguo Régimen: imagen y realidad (s. XVI –XVIII). Barcelona: Icaria, 1994.

Wiesner, Merry E. Women and Gender in Early Modern Europe. Cambridge: Cambridge Univerity Press, 1993.


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