Yo antes leía más...


Pues eso. Yo antes leía más. Devoraba los libros por parejas y tríos. Leía con el café de la mañana y me quedaba hasta las tantas de la madrugada con la luz de mesa.

Pero ahora levanto la cabeza y compruebo con asombro que he pasado de los cincuenta títulos anuales a poco más de veinte lecturas. Y me da en la nariz que esto no solo me ocurre a mí.

¿Me acompañáis a investigar este raro misterio de la deflación lectora?



Los ladrones del tiempo

La principal causa de la falta de lectura es la falta de tiempo. Y no, esto no lo ha dicho ningún experto de los que cita la muy recomendable Gabriella Campbell en su blog.

Más bien es una cuestión de sentido común. El día tiene 24h y seis de ellas las necesitas para dormir. Si las restantes las ocupas con otras actividades es difícil hallar huecos para la lectura.

Y cuando vas con la hora pega al culo, leer no apetece

Pero una cosa es la falta de tiempo y otra la percepción de falta de tiempo. Esta última es una trampa tejida por los Ejes del Mal: las series y la procrastinación.

Sí, amigos. Pasarte las noches con tu beloved Netflix es relajante. Pero sacrificará tus horas de lectura (y de sueño) en el altar del ocio. Cosa que no es negativa, pero explica el por qué de tu bajón en las lecturas.

La procrastinación ya es otra cosa. Una muy mala costumbre. Decides que vas a consultar Twitter y a leer un poco. Y cuando levantas la vista del móvil ya ha pasado medianoche. Las redes sociales son unas ladronas de tiempo.

Pero la pérdida de tiempo o el dispensarlo en otras actividades no siempre explica que hayamos bajado nuestro ritmo lector. Puede haber otras causas.



El cansancio o el agobio

Otra gran causa para que leer no nos apetezca una mierda es que nos sintamos cansados o saturados. O ambas cosas a la vez, vaya.

El primer caso puede deberse a una mala racha a nivel personal, que nos vuelva vagos o apáticos. Te sientes agotado y por no apetecer, ni siquiera te animaría una maratón de remakes de los 80. No pasa nada, hay veces en las que no te apetece nada leer.

Entonces vas por el mundo tal que así

La saturación en cambio responde a otros motivos. Por ejemplo, que nos sintamos saturados. El otro día Daniel Pérez explicó que él mismo se sentía abrumado por la pila de novedades. Y por tratar de seguir el ritmo de las editoriales. Y es que la tiranía de la novedad es muy mala.

Y otra cosa que no ayuda es marcarse retos imposibles en Goodreads. Ya sabemos todos que eso pica un montón, pero ponerse objetivos poco realistas solo sirve para agobiarnos y para que mandemos el reto (y la lectura) a tomar por el culo.

Leer debe ser un acto placentero y relajante. Menos si eres editor, entonces es un trabajo minucioso en el que debes ser preciso como una incisión en el abdomen.

En cualquier caso, existe un tercer factor por el cual bajemos nuestro ritmo de lecturas a lo largo de un año. Y en este caso, la causa es positiva



Otros caminos

Encontrar otra afición puede ser uno de los motivos estrella por los que reduzcas tu tiempo de lectura. Recordemos que el día solo tiene 24h y que muchas de ellas las hipotecarás trabajando porque necesitas comer.

Así que no hay nada negativo en que, tu escaso y valioso tiempo libre, lo dividas entre tus aficiones. Es de esperar que si empiezas a pintar, en lugar de leer treinta libros te leas solo quince. Pero a cambio, tendrás cinco cuatros impresionistas.

Las gallinas que entran por las que salen ^^

Abrirse a nuevas experiencias es sano y recomendable. Más teniendo claro que, cuando te canses, las lecturas que dejaste ahí a medias te estarán esperando. Es lo bueno de los libros: siempre podrás volver a ellos.



Así que tómatelo con calma. No importan los motivos. Lo mas importante es no agobiarse porque tu número de lecturas fluctúa. Es lo más normal del mundo. Hasta lo esperable, me atrevería a decir.

Piensa que los escritores sacrifican mucho tiempo de lectura (y de sueño) para crear sus propias novelas. Y salvo algunos casos en los que buscan desesperadamente dejar de ser escritores, en la mayoría de los casos invierten ese tiempo con gusto y placer.

Hasta que llega el momento de enfrentarse al borrador. Pero eso es otra historia y ya la conté en otra ocasión.


¡Nos leemos! ^^

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