Hay un gay en mi libro (II)


Como lo prometido es deuda, aquí os traigo la segunda parte del post dedicado a repasar los ilustres no heteros que pueblan la historia de la literatura de género.

Pero en este caso, en lugar de dar un repaso histórico, nos vamos a centrar en la literatura de género moderna. La del siglo XX y XXI. ¿Vamos al lío?




Como comentamos en el post anterior, a partir del siglo XX la literatura experimenta un cierto cambio de paradigma. La heteronormatividad que había dominado siglos anteriores empieza a diluirse para dejar paso a un nuevo modelo.

¿Significa eso que a partir de 1950 o así todas las novelas son inclusivas e integradoras?

Pues lo cierto es que no. Sigue existiendo una ingente cantidad de obras que no son lgtbi friendly. Y no lo digo solo porque no aparezca en ellas ni un solo representante de dicha comunidad. Sino porque directamente son despectivas con el colectivo o con una parte del mismo.

Pero como estás leyendo este artículo, supongo que lo que te interesa no es saber acerca de esta sopa de ajo, sino informarte sobre las historias que rompen con esta norma.



Siglo XX: El lector pide cambios

El inicio de las reivindicaciones lgtbi tuvo su impacto en la producción literaria. No fueron pocos los autores que se sumaron al cambio de modelo y empezaron a experimentar con la diversidad afectivo-sexual en sus historias.

Destaca entre ellos la gran Ursula K. LeGuin. La autora, célebre por haber creado el mundo Terramar, no solamente trabajó en sus obras la integración racial. También se atrevió a hablar sobre las barreras de género.



Sobre este tema reflexiona en La mano izquierda de la oscuridad, una novela autoconclusiva de ciencia ficción que tiene lugar en Gueden, un planeta cuyos habitantes no tienen sexo (ni género) definidos.

Los habitantes de dicho planeta son seres andróginos y oscilantes que no comprenden los roles de género, puesto que solo durante el celo (kémmer) adoptan los rasgos de uno u otro sexo. De forma completamente aleatoria. 

Por lo tanto, hablar de cosas masculinas o femeninas es un sinsentido para esta especie que bien pudiera clasificarse como genderfluid o intersexual. 

Sinceramente, no sé clasificar a los habitantes del planeta Gueden. Supongo que haberse criado en un mundo dividido en dos sexos me impone ciertas limitaciones ^^'

Hay que decir que el siglo XX no fue tan malo en cuanto a representación como uno pudiera pensar. Y deberíamos estarle agradecidos. Al fin y al cabo, nos legó joyas como The Rocky Horror Picture Show

Que será una ida de olla monumental, sí. Pero se lleva al huerto a la heterosexualidad y te la devuelve mucho más inclusiva. Eso a fuerza debe ser positivo, ¿no?


Siglo XXI: orgía de variedades

El nuevo siglo nos ha traído cosas terribles, así en general. Pero en cuanto a la representación e integración de los personajes no heteros en el seno de las historias de ficción, lo cierto es que estamos siendo bastante afortunados.

Esos personajes que antes retrataban su sexualidad de forma ambigua o demonizada (véase Dorian Gray) se muestran ahora no solo como parte de la trama en la historia de otro, sino como protagonistas por derecho propio de sus historias.

Así ocurre por ejemplo con Ringil Eskiath, protagonista de la trilogía Tierra de Héroes, de Richard Morgan.

Ringil, por Raluca Popan

Ringil vive en un mundo hostil a su sexualidad. Y si bien su linaje aristocrático lo ha salvado de una muerte horrible, no le ha impedido sufrir viendo morir a sus amantes o padecer el rechazo de su familia y compañeros de estamento.

Con todo, eso no le ha quitado a Ringil sus ganas de vivir en paz con su naturaleza. Por este motivo, pese a los reveses que le ha dado la vida por razón de su sexualidad, no pierde la oportunidad de intentar llevarse al catre a cuanto hermoso mancebo se le pone a tiro.

Pero no todo es ligoteo en esta vida. También se pueden construir sociedad sáficas donde la norma es ser una princesa lesbiana. Esta es la compleja realidad que Kameron Hurley exploró en Las estrellas son legión.

Imaginad cómo debió de parecerle la cosa a la crítica, que un señoro más encabronado que el antiguo y sanguinario dios Huitzilopochtli acabó llamando a la obra "Lesbianas en el Espacio". Según los lectores, una afirmación muy descriptiva sobre el contenido del mismo.

Pero no es necesario buscar a autores extranjeros para encontrar novelas diversas. En nuestro país tenemos una ingente cantidad de escritores (reputados o noveles) que se pasan la heteronormatividad por el arco del triunfo.

Con un perfil muy parecido al de Ringil encontramos a Kerr, la protagonista de Horizonte Rojo, historia por entregas que publica Rocío Vega.



La bienamada Kerr no es un ejemplo de virtud. Y mucho menos de castidad. Entre cogorza y escaramuza, esta convencidísima bisexual le tira la caña a todo el que se le antoja mientras sea un ser humano.

En esta historia de erotismo y ciencia ficción la diversidad afectivo-sexual está presente en cada página. Algo bastante común en el sello donde ha sido publicada, Café con Leche.

Dentro del catálogo de esta editorial hay mucha chicha sobre erotismo y diversidad. Desde las aventuras del trío pirata más famoso de la historia en ¡Sí, mi capitana!, hasta los repasos de solfeo que maestro y pupilo pueden darse en una academia que encontraréis en Diabolus in Musica.

Al parecer, estamos encontrando mucha más diversidad en la literatura que en las películas y las series. Ahí sigue siendo común heterosexualizar las cosas o pasar de puntillas sobre lo que es muy evidente.

Lo que es muy evidente. MUCHO

Supongo que para el gran público, una buena representación sigue siendo poner a una pareja de gays como trama terciaria entre un elenco de 60 personajes. Algo así ocurre en Juego de Tronos, donde el cupo de lgtbi lo copa la pareja formada por Renly Baratheon y Loras Tyrell.

Para consolarme, pienso que al menos en las novelas se ven muchas más interacciones no heteros que las que se dan en la serie. Aunque eso no me va a arreglar la indignación por otros muchos casos igual de flagrantes.

Se me nota la indignación por lo de Crowley y Aziraphale en Good Omens, ¿verdad?



En fin, para no cerrar el artículo con ese regustillo amargo de la frustración (y porque es mi blog), permitidme que acabe barriendo para casa.

Por ejemplo, recomendando la lectura de la muy jugosa y lgtbi Empotradoras, una antología de erótico fantástico donde la diversidad se encuentra en cada página. Y en cada ilustración, porque hay dibujitos pornosos en el interior.

Si queréis haceros con ella, yo me daría prisa. Porque cada vez que reeditamos se nos agotan las tiradas en nada. Y además encargar tu ejemplar es muy fácil.


En esta antología solo colaboré como coordinadora, pero hay más libritos mío por el mundo que le dan una patada en el cielo de la boca a los tópicos.

Sorgina, sin ir más lejos. Esta breve pero intensa novela, nominada en su momento a los PGB, narra las aventuras de Paloma, mi guerrera lésbica, mientras corre por una Asturias mitológica en busca de su amada Eloisa.

Actualmente puede adquirirse desde la web de la editorial Ronin Literario en formato digital. Y si aún no estáis convencidos, podéis leer gratuitamente las primas páginas.

Reconozco que es una historia muy grimdark, con violencia, sangre y cosas terribles. Así que para paladares más finos ofrezco Abórdame, una historia relajante que... Nope, paso de maquillarlo: es porno pirata con maricas.

Pero no salgáis huyendo, diablos. Que en el fondo se trata de una historia muy romántica y bonita, o al menos eso me dicen los lectores. Y si todo sale bien, tendrá continuación muy prontito. Además, es gratis.


Y con esto y un bizcocho, cerramos este post tan lgtbi y diverso. Seguid leyendo cositas que apuesten por cargarse la heteronorma a martillazos y sed felices siendo lo que os salga del alma o los inmencionables.


¡Nos leemos! ^^

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